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Don Carlos, don Tancredo
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Don Carlos, don Tancredo

Actualizado 19/02/2017
@santiriesco

Don Carlos, don Tancredo | Imagen 1Esta semana el obispo de Salamanca era noticia sin tenerlo que haber sido. Alguien se inventaba la autoría de una carta que él no había escrito. La información sonaba a esas tan cachondas que publican los de "El Mundo Today" y que parecen sacadas de un diálogo surrealista y genial de la siempre actual película "Amanece que no es poco". El titular más repetido decía: "El obispo de Salamanca pide huir del acento andaluz en las procesiones".

No hace tanto que también fue noticia la diócesis porque en la emisora de los obispos uno de sus presentadores estrella arremetía contra la Cáritas diocesana por un asunto sin contrastar. Aquello también lo denuncié aquí. Por cierto, la misma Cáritas de Salamanca y el mismo obispo de Salamanca que acaban de inaugurar las obras del Proyecto Ranquines. Un programa necesario y novedoso para atender a las personas con enfermedad mental que suelen vivir en la calle. De esto aún no ha dicho nada el líder de los fosfonautas matutinos en la COPE. Paciencia, llegará.

Está muy feo no contrastar las noticias por si dejan de serlo. Es inmoral y ?supongo- un delito en caso de mancillar el honor, la intimidad y la imagen de las personas o instituciones aludidas. Es de cretinos o de muy malos periodistas. O las dos cosas, que no sería de extrañar.

A la noticia surrealista inventada sobre el andaluz y la Semana Santa don Carlos ha respondido con su tancredismo habitual. Ni una declaración, ni un desmentido, ni una palabra, ni un gesto. Como si haciendo la estatua de mármol el morlaco fuese a pasar de largo. Como si estando sin estar o escondiendo la cabeza debajo del ala nadie le fuera a reclamar. Del mismo modo actuó tras las acusaciones lanzadas desde la emisora de la Conferencia Episcopal (de la que forma parte desde 1994) contra la Cáritas del territorio que le corresponde pastorear. Y no. Así no. Porque aunque la falsa noticia no te embista, los cuernos te apuntan. A ti y a todos los católicos salmantinos, que son 275.000 bautizados y más de 400 parroquias. Eso sin hablar de lo que supone para la Iglesia universal. Que a todos nos toca un poco.

Por mi trabajo he coincidido con muchos obispos patrios. Nunca con don Carlos. En cierta ocasión escribí un artículo avergonzándome de unas declaraciones suyas en las que confesaba que no iba al cine desde los años setenta porque sólo proyectaban pornografía. Fue la última columna que La Gaceta Regional me publicó. Acababa de tomar posesión de la diócesis, era el año 2003. Me llamó un cura amigo de su parte para invitarme a ir al cine con él. Le dije que eligiera día y película. Aún estoy esperando.

En este tiempo don Carlos se ha mantenido siempre muy fuera del foco. Ignoro el motivo. Su tancredismo en los dos últimos episodios mediáticos podrá gustar más o menos (a mí nada, ya lo he explicado), aunque él no haya tenido culpa alguna y haya sido víctima de la mala praxis periodística. Lo que me resulta mucho más preocupante es que también haga la estatua muda en asuntos importantes y delicados, que no sea más explícito y contundente en temas de profundo calado. Tanto en lo que tiene que ver con el despido de un profesor de la Universidad Pontificia por razones ideológicas, como en la falta de vocaciones en su diócesis, como en lo que atañe a la acusación de pederastia de alguno de sus sacerdotes. Y a la suya propia como presunto encubridor.

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