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Actualizado 10/02/2017
José Antonio Mirón

Nadie duda que los EEUU constituyen actualmente el país más poderoso del mundo en el terreno tecnológico y científico; pero no en el ámbito en el sanitario y social. Insisto es el país más avanzado en el mundo científico relacionado con la Salud; pero también uno de los más injustos con sus ciudadanos y, sobretodo, con los desfavorecidos, los afroamericanos, los latinos, las minorías étnicas y raciales y, otros. Todos estos grupos poblacionales experimentan una alta vulnerabilidad y un alto riesgo de pobreza y exclusión social. Esta disparidad o inequidad aumenta cuando no existe una buena disponibilidad y accesibilidad a los recursos sanitarios y a las prestaciones sanitarias, como los medicamentos. Todas estas personas llevan muchas décadas con dificultades para acceder a un seguro médico en los EEUU y, de esta situación sanitaria injusta en su Sistema Sanitario, los ciudadanos se hacen conscientes cuando en los años 80 aparece la epidemia de Sida. Enfermedad que acontece en jóvenes y, como consecuencia de la misma, no pueden trabajar, dejan de ganar un sueldo y, por tanto, no pueden pagarse los seguros médicos ni las medicinas. Socialmente comienzan las presiones sociales y políticas para realizar cambios en el Sistema Sanitario y éstos no se producen de manera significativa hasta la llegada de Obama a la presidencia de los EEUU con la aprobación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de la Salud Asequible, más conocida por el ObamaCare. El objetivo de la misma es aumentar la cobertura poblacional de los seguros médicos y la igualdad de oportunidades en relación con los servicios y recursos sanitarios mediante la accesibilidad a grupos desfavorecidos y en exclusión social. En esta labor también participan los Centros Médicos Comunitarios (CCHs), equivalentes a nuestros Centros de Salud, que llevan funcionando más de 5 décadas. Todo esto, en un país como EEUU donde el Sistema Sanitario es privado, aunque con algunos servicios públicos como los CHCs y el Medicare y el Medicaid que proporcionan acceso a asistencia sanitaria gratuita, o con mínimos costes, lo que ha supuesto un avance significativo para aumentar el Derecho a Salud en estos grupos poblacionales olvidados por el sistema y, frecuentemente excluidos, unos 40 millones de americanos.

Actualmente cuando que determinados grupos empezaban a tener acceso a un recurso fundamental para la Vida como es la Salud, ha llegado un presidente que quiere seguir por la senda que únicamente conoce, la de los negocios. Es decir, lo que quiere es que el sistema americano, que mueve el 18% del PIB, siga siendo un negocio para los grandes grupos de poder y sus empresas. Es decir, un negocio en lugar de un sistema social para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Esta es la gran diferencia entre el sistema sanitario del país más poderoso del mundo y nuestro Sistema Nacional de Salud. Por eso me duele lo que está comenzando a pasar en nuestro Sistema Sanitario. Empieza a dar signos y síntomas de debilidad ante la excesiva demanda y utilización de los recursos sanitarios sin causas clínicas que lo justifique y que colapsan los servicios de Atención Primaria, las urgencias hospitalarias y los hospitales. Su gratuidad lleva a muchos ciudadanos a ir al Sistema Sanitario sin recapacitar y pensar que sólo se debe ir cuando se necesita o cuando existe un riesgo vital. Hoy falta mucho sentido común sanitario, que habrá que vender en las farmacias, y mucha concienciación de que por este camino pondremos las bases para hacer insostenible el SNS y todo aquello que representa en términos de relevancia sanitaria y social para cada individuo, para cada familia y para todos. Piensen, razonen y actúen con responsabilidad ante su Sistema Sanitario, que es de Todos y para Todos y, sin inequidades ni disparidades.

En mi opinión, Donald Trump se ha convertido en un factor de riesgo para la Salud de los ciudadanos americanos más vulnerables por su nacionalismo, populismo y narcisismo que conlleva una irresponsabilidad demagógica para su Pueblo y, para Todos. Sobre todo si esta enfermedad es transmisible y perjudicial para seguir progresando y avanzando socialmente.

JAMCA

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