Verdades sospechosas

20/enero/viernes

Hoy Donald Trump ha jurado ante una Biblia, desgastada y, parece, que leída, según las imágenes de televisión, como el presidente número 45 de los Estados Unidos. Hace unos meses parecía algo imposible, muy pocos lo creían, pero lo consiguió. Hillary Clinton, la candidata demócrata, era la destinada a la victoria, según la mayoría de las encuestas, pero se equivocaron. Los estudios demoscópicos cada vez fallan más. Y en Estados Unidos el error es más fácil debido al sistema electoral: lo que sirve es el número de electores, en total 538, o sea, el que consigue 270 es el elegido. No importa el número de votos generales. Es un sistema canalla, traicionero, absurdo, pero es así. Hillary Clinton consiguió tres millones de votos más, pero mal distribuidos; en algunos estados barrió a Trump, pero este hombre peligroso para la Humanidad venció en número de compromisarios. Total; nuevo presidente.

Y hoy ha tomado el relevo de Barak Obama. No le querían incluso importantes miembros de su partido, pero consiguió sorprender a todos. A partir de este momento ya no es una posible amenaza, es una amenaza, porque no se puede olvidar que Hitler fue elegido de forma democrática. Ya no sirven de nada las informaciones que dicen que fue apoyado por el dirigente soviético Vladimir Putin a través de espionajes típicos de la guerra fría, esa que parece que ha vuelo. Trump no ha estado nunca con Putin, pero habla bien de él, lo considera inteligente, mientras el ruso está encantado con que el hombre del pelo amarillo haya ganado. ¿Cuánto durará el idilio? Ya veremos. La CIA, que ha denunciado prácticas muy oscuras de Moscú, va a seguir teniendo mucho trabajo. De momento el primer gol lo han marcado los herederos de la vieja Unión Soviética.

El sistema actual que emplean los servicios de inteligencia, tanto de Estados Unidos como de Moscú, es poner en práctica lo que llaman "hechos alternativos", es decir, distribuir informaciones falsas, hacer creer que las vacas vuelan, o lo que sea, con tal de que el elector, el ciudadano, se lo crea, pasando así a ser abducido por una opción concreta a la que votará. Trump, apoyado por un equipo de manipulares digitales y redes sociales consiguió que le votaran muchos negros e hispanos, justamente a los que desprecia sin muchos miramientos. Cierto que Hillary Clinton no fue nunca considerada una gran candidata, ni querida, tanto por el Partido Demócrata como por los ciudadanos, pero Trump ha jugado mejor las cartas falsas. Hace mucho tiempo que en las sociedades avanzadas viene imponiéndose lo que se denomina también "post-truth", o postverdad, que viene a ser noticias falsas, mentiras, adobadas de tal forma que hasta cotizan al alza en bolsa. El inventor, o creador del término fue un yugoslavo afincado en Estados Unidos, Steve Tesich, quien en un artículo en el diario The Nation en 1992 consideró que la sociedad norteamericana prefería vivir de espaldas a la realidad y tomar partido por contenidos e ideas más satisfactorias. Actualmente triunfaría mucho más Juan Ruiz de Alarcón y "La verdad sospechosa", obra donde se ridiculiza al mentiroso y se tritura al maledicente. Eso sucedía en el siglo XVII, pero las cosas en el mundo del engaño no han cambiado mucho. Podríamos decir que la mentira ni cambia ni se destruye, sólo se transforma, se adapta a los tiempos.

El ejemplo más meridiano de una mentira convertida en verdad, y llevada a sus máximas consecuencias, fue lo de las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, lo que condujo a la guerra de Irak. Aznar, Blair y Bush aún deben seguir creyéndose aquella estupidez que no ha dejado de causar mal al mundo. La postverdad es una antementira de consecuencias imprevisibles siempre. La información rigurosa y fiel no interesa a los poderes que mueven el mundo. En definitiva: somos reos de las falsedades en de las elecciones de Estados Unidos, el país más poderoso de la tierra.

Las consecuencias aún no las conocemos, pero apunta muy mal. La sustitución de los periodistas profesionales por los aficionados de las redes sociales ya ha empezado a hacer estragos. El populismo es su gran beneficiado. Las plataformas de Internet y redes sociales, como Facebook, Twiter, Instagram y YouTube son ahora el Anticristo; desde luego sus postverdades no nos harán libres.

22/enero/domingo

En "El Norte de Castilla" Alejandro Elijabeitia escribe un reportaje con un titular sorprendente: "Noruega apaga el transistor". En definitiva, el país nórdico jubila la señal de FM y se pasa al formato digital para ahorrar y ganar calidad. Muchos noruegos están en desacuerdo, pero no les queda más remedio que asumir la realidad. El "apagón" irá avanzando por ciudades hasta llegar al punto final, Oslo. O sea, el teléfono móvil, y otros artilugios fabricados a propósito, pasarán a ocupar el espacio del histórico aparato. De momento en España esto no está previsto de manera inmediata, pero esa información significa que antes o después aquí sucederá lo mismo.

Los avances técnicos nos están llevando a pasos agigantados a nuevas formas de vida. Pienso en los pastores de mi pueblo, y de tanta gente del mundo rural que ha tenido en el transistor, a lo largo de años y años, a su mejor compañero. Con su burro al lado, el caballo los más modernos, y los perros de aquí para allá, los pastores han sido siempre, son, los oyentes más fieles del transistor mientras patean los rastrojos. Las noticias, los reportajes, la música de todas las emisoras son los mensajes que más aprecian estos trabajadores en medio del campo. El transistor ha supuesto siempre para ellos la compañía, el mejor amigo, la cultura, la cercanía a la ciudad, el conocimiento de los problemas de otros. Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo o Carlos Herrera han sido, y son, iconos para estas personas que cada día, llueva o nieve, haga calor o frío, siempre salen al campo con sus ovejas, o sus cabras, más habituales en las zonas de montaña.

El transistor es un gran invento, sencillo, manejable, económico. Pero es cuestión de tiempo que pasen a ser ejemplares de museo, como aquellas maravillas de radio de Onda Corta y Media de nuestros padres y abuelos. La ciencia se lo lleva todo por delante.

24/enero/martes

Hoy se cumple el 40 aniversario de la matanza de Atocha en el que fallecieron cinco abogados. Unos pistoleros de extrema derecha entraron en el despacho situado en el número 55 de la calle Atocha y dispararon a quemarropa. Numerosos actos en toda España recuerda el quíntuple crimen en el que pudo estar la actual alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Iba a mantener una reunión en ese despacho pero la canceló a última hora. Los fallecidos fueron Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez. La matanza pudo ser aún mayor, pues quedaron gravemente heridos Dolores González, Luis Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz-Huerta.

Recuerdo aquella noticia con inmenso dolor y gran consternación nacional. La España cainita, loca y guerracivilista, seguía a lo suyo. El atentado pudo haber dado al traste con la Transición, que era una de las cosas que pretendían los asesinos. Aquella fue una fecha que está grabada para siempre en la memoria de los españoles.

El Rey Felipe VI recibió hoy a la Fundación Abogados de Atocha que se creó para mantener el recuerdo de los abogados y premiar y reconocer la labor de las personas destacadas en la lucha por la democracia y la defensa de los derechos de los trabajadores. Desde 2003 una estatua de Juan Genovés, levantada en la plaza Antón Martín de Madrid, recuerda el hecho. Se titula "El abrazo" y es una obra cargada de simbolismo.

26/enero/jueves

Leo en prensa un breve descorazonador: desaparece en León una joven de 31 años. Se trata de Carla Santos Rubio. Su familia ha denunciado el hecho. Me lleva la noticia hasta otras de semejante calado que sobre todo desde los años noventa del pasado siglo se vienen sucediendo en España. Algo terrible, cruel para las familias, para los amigos, para la gente de bien. Empecé "el picoteo", hace ya casi dos años, con una noticia semejante, y hoy la incertidumbre vuelve a sembrar los medios de comunicación.

Habrá que mantener la esperanza de un desenlace feliz. Pero creo muy poco en esta sociedad, loca y enferma, donde muchos valores se han perdido, lo que genera monstruos que descerrajan la convivencia y el vivir tranquilo y cotidiano.