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Terroristas de 140 caracteres
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Terroristas de 140 caracteres

Actualizado 28/01/2017
Redacción

(A la memoria de Bimba Bosé, de Víctor Barrio y por la recuperación del pequeño Adrián, que lucha cada día contra la enfermedad)

El prematuro fallecimiento de Bimba Bosé, una mujer fuerte, rabiosamente bella, una madre en el esplendor de sus 41 años, una luchadora valiente, ha vuelto a destapar las cloacas de internet donde se mueve lo más podrido de una sociedad que definitivamente está enferma y que ha perdido sus valores más elementales.

La gente en España se horroriza con los comentarios vomitados en las redes sociales cargando contra la familia Bosé o contra la memoria, sagrada, de esa mariposa que acaba de alzar el vuelo. Nada nuevo que no conozcamos de primera mano los aficionados taurinos, que asistimos hace apenas seis meses a un apaleamiento salvaje y despiadado hacia Raquel Sanz, la joven viuda del torero Víctor Barrio, o a la inquina contra un niño de nueve años, Adrián, que lucha por su vida en Valencia y que sueña con vestir un día un traje de luces, como otros sueñan con ser pilotos y otros con ser médicos.

Mensajes cargados de odio, violencia de la palabra, terrorismo del teclado. Dan miedo, dan pavor estos terroristas de internet que se amparan en el anonimato, en la cobardía y, lo que es peor, en la permisividad de una ley que no actúa de oficio con quienes tienen la mente y el corazón enfermo y buscan su momento de gloria machacando al prójimo, haciéndose fuertes en el odio y en el desprecio por los seres humanos y por la vida.

No voy a contar ni a repetir aquí las auténticas salvajadas que muchos leímos cuando Víctor Barrio moría en la arena de Teruel, con acuse de recibo a su esposa. Créanme si les digo que llegué a llorar de horror y de impotencia, que tuve la certeza de que la maldad del ser humano no tiene límite. El hecho de que un torero se exponga tarde tras tarde a la muerte no justifica tanto odio, tanta mortificación a una familia destrozada, a una mujer con la vida y el alma partida a la mitad.

El hecho de jugar al toro, incluso en los pasillos de un hospital con la chaquetilla del pijama, no exime de culpa a quienes llegaron a desear la muerte de un niño que lleva ya más pinchazos en su cuerpecito que estrellas hay en el cielo, siempre con la sonrisa por delante.

Nada, ni el color, ni la religión, ni el equipo de fútbol, ni las banderas. Nada justifica tanto odio, tanto miserable campando a sus anchas.

La muerte de Bimba Bosé, puro talento, pura energía, pura vida, puro fuego, solo ha puesto de actualidad una vez más el odio que late, que subyace en la sociedad, la falta de respeto por la vida y por la dignidad de las personas, la absoluta falta de empatía en el dolor, la ausencia de sentimientos hacia quienes lloran a sus seres queridos, sean famosos o sean anónimos; la crueldad de quienes solo buscan protagonismo hiriendo, haciendo daño.

A día de hoy la Justicia no actúa de oficio; si no hay denuncia previa de la familia o de los damnificados no hay forma de echarle mano a estos individuos que representan lo peor de un mundo que cada día está más loco, que cada día es menos humano, más cruel y salvaje. La Fiscalía estudia ya si hay un delito de odio en esos 140 caracteres enfermizos; y yo, que no sé en qué términos define el Código Penal el odio, me pregunto que qué necesitamos que pase para que no se respete el más elemental derecho del hombre, su derecho a la vida, a su dignidad, a su memoria. Memoria y corazón somos.

Quizá la muerte de Bimba Bosé, la memoria de Víctor, la salud de Adrián, merezcan de una vez una actuación de oficio de la Justicia y una investigación de oficio por parte de Policía y Guardia Civil para que vejar, insultar y machacar a las personas en las redes sociales no sea tan fácil, tan barato.

Para que no haya más Bimbas, más Víctores, más Adrianes, más víctimas del odio enfermizo de estos terroristas de la palabra y del corazón a quienes no se les deja siquiera descansar en la paz que los muertos merecen. Todos los muertos. Porque no todo vale. Porque nada hay más hermoso, más valioso que la libertad y la vida.

Vuela, bella Bimba. Ya eres libre del dolor y de la cárcel de cuerpo. Todo mi amor para los que luchan contra la enfermedad y para quienes lloran a los que se quedan por el camino.

Que la Justicia sea también la memoria de los que nos faltan, la garantía, la celebración de la vida, de la dignidad y del respeto. Que los terroristas de teclado y 140 caracteres no queden impunes jamás.

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