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Celso Lagar: cuando vivir es pintar
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LA OPINIÓN DE ABEL ATALANTA

Celso Lagar: cuando vivir es pintar

Actualizado 17/01/2017
Abel Atalanta

Hay muchos a los que este tema en nada le incumbe, pero también sé que hay una mayoría de contorno indefinido que piensa que debería acercarse por allí, que más tarde pensarán que deberían haberse acercado por allí

A través de sus cuadros el destino de un hombre que luchó por pertenecer a sí mismo, cuya existencia fue nervio a punto de quebrase, que quiso expresarse y vivir a través de su obra, que, como tantos otros, seguro creyó fracasar y no llegar a puerto. Sin embargo, su sombra creciente tras la muerte le desmiente.

Toda vida es lucha pero una de las formas más claras y peculiares de manifestarse esa verdad es en la del artista de talento, el que siente la poderosa llamada cuya respuesta se entiende como única posible, inefable e infalible, y que tantas veces ha de traicionar la inclemencia de lo cotidiano.

Los asaltos de ese combate son los que ofrece al visitante la extraordinaria exposición sobre su transcurrir artístico, testimonio vital también, las dos inseparables caras de un tortuoso periplo alumbrado por la sola luz de la pasión. Una muestra como forma de revitalización del hilo que le une a su principio, a Ciudad Rodrigo.

Retahíla de tentativas frustradas tras las que adivinamos tantos sueños aplastados. El sueño del triunfo frente a la incomprensión de su obra, el mal fario del precursor encarnado en sus melancólicas palabras: "mañana seguramente lo comprenda el público, ahora tal vez no". El sueño del Planismo, fallido movimiento del que se declara artífice. El sueño de ser padre. El fin del único sueño cumplido con la muerte de su amada, trágico y bello final para una trayectoria, tal que si el "Lagar pintor" se esfumara para convertirse en un simple "Lagar hombre" al no poder seguir la senda marcada sin su guía. ¿Cabe vivir sin pintar? ¿Cabe simplemente ser sin ser para?

Basta el soporte de un cuadro para vislumbrar las miserias y estrecheces, el de la basta arpillera donde pinta "La vida en el campo", no por tratarse de una apuesta artística sino por no disponer de dineros para lienzo.

Miserias bajo las que rastreamos la duda hiriente que resquebraja la convicción del señalado por el dedo índice del talento, del que suspendido sobre los mortales por alas sobrehumanas, teme quemarse por el sol y haberse equivocado. Hoy aquellas alas le siguen elevando en forma de cotización, en forma de admiración.

Esa última foto del artista, esa mirada perdida y confusa, antesala de la muerte, que no entiende ni la vida ni la muerte. Como tantas veces, la perspectiva dota de significado, otorga pleno sentido histórico a la vida de Celso Lagar. Evidente en el orden cronológico desgranado en las paredes del palacio de los Águila para acoger al ilustre hombre de Ciudad Rodrigo, que en su día le apoyó con esa ya famosa beca de 365 pesetas y que hoy vuelve a intentar saldar deudas con esta exposición y la futura instalación de una de sus obras más singulares en nuestras calles.

"Es preciso traducir la poesía de la vida" insistía Lagar. Aunque son abundantes las sentencias de este jaez, especialmente entre poetas buscando la esencia o trasfondo de la realidad, la acompaño por la de un compañero de aquellos locos años de París, un tal Pablo Picasso: "El arte es una mentira que nos acerca a la verdad". Para Celso habitar fue intentar extraer esa poesía, acercase a esa verdad, y sabía que la única forma de conseguirlo era a través del arte que atesoraba profundo en su interior. Para él habitar era pintar.

Es este un artículo de simple motivación: recordar que el cinco de febrero finaliza la exposición. Hay muchos a los que este tema en nada le incumbe, pero también sé que hay una mayoría de contorno indefinido que piensa que debería acercarse por allí, que más tarde pensarán que deberían haberse acercado por allí. A ellos van dirigidos estos apresurados párrafos. Y es que no es que esta exposición sea solo una oportunidad, se trata además de un gran privilegio.

Sinceramente espero que la anormal y pura curiosidad de alguno de los chavales obligados a visitar la muestra, estimule y sirva de brújula para rumbos vitales en edades confusas, en tiempos inciertos. La cultura y educación como faro y eje para formar ciudadanos.

www.atalanta77.blogspot.com

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