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Cuando las canciones se inclinan hacia adelante*
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Cuando las canciones se inclinan hacia adelante*

Actualizado 07/01/2017
Rafael Muñoz

Cuando las canciones se inclinan hacia adelante* | Imagen 1

Una canción, a diferencia de los cuerpos de los que toma posesión, no está fija en el tiempo y el espacio. La canción narra una experiencia pasada. Cuando se la canta, llena el presente. Lo mismo hacen los cuentos. Pero las canciones tienen otra dimensión que es exclusiva de ellas. Mientras llena el presente, la canción espera llegar a un oído que escuche en algún futuro, en algún lugar. Se inclina hacia adelante, más y más. Sin la persistencia de esa esperanza, las canciones, creo yo, no existirían. Las canciones se inclinan hacia adelante.

John Berger

Uno no es muy dado a las películas musicales, pero siempre recordaré con cariño Brigadoon de Vincente Minelli, entre otros motivos porque a la persona que me inició en el proceloso mundo de la lectura, una librera feminista en la Sevilla de los 60, no le gustaba mucho la gran pantalla, pero adoraba este film. Y ya saben la fuerte vinculación que existe entre las personas y las cosas, en este caso las obras de arte.

La película la vi por primera vez en fechas cercanas a estos días en los que jugamos a suspender la incredulidad en nuestra vida cotidiana. Y los que gozamos o soportamos el fardo de tener una cierta edad (quién no la tiene), nos dejamos invadir por esa sensación ambivalente a la que denominamos nostalgia.

Bien, pues organizando en estas fechas diferentes materiales digitales como resarcimiento ante la imposibilidad de poder ordenar nuestros días, me di de ojos con estas líneas que ahora recupero para ustedes como un doble regalo epifánico: por la reciente y regia festividad y el rencuentro revelador que supuso para mí.

Hubo un tiempo en que por causas que no viene a cuento explicar ahora, viví una temporada tan solo de prestar oído a lo que me rodeaba, y escuchando la radio en uno de mis paseos entre nocturnos y vampíricos (tenía que huir de la luz como de las verdades absolutas) me di de orejas con la canción que más abajo les enlazo en una inefable emisora FM de mi ciudad.

Mis pabellones auditivos y todo mi ser eran pura mismidad en gozoso trance. Es lo que tienen estas transubstanciaciones trentinas, que convierten una emisora de origen orante en carnalidad acústica de primer orden en un? santiamén.

Recordé entonces y ahora, que la primera vez que la escuché me encontraba en el Madrid de los primeros sesenta. Había ido en compañía de mi hermano y mi madre para avituallarnos de ropa en el que se tenía como imprescindible gran almacén de nuestro país, según la irrevocable afirmación de nuestra progenitora.

Estábamos en casa de unos amigos y debía ser la tarde de uno de esos meses que finiquitan el año. La canción emergía de la boca de un profundo patio de luces: curiosa y paradójica expresión para un lugar lleno de posibilidades para observar y propiciar el Cuando las canciones se inclinan hacia adelante* | Imagen 2encuentro, que desdibujados sus perfiles por la hora, ofrecía a cambio ciertos vapores estimulantes. Imaginar qué se trajinaba en pucheros y conversaciones, detrás de cada ventana, era quizá lo que llamaba a mi interés.

Como les decía, la cantinela llamó mi atención, supongo que por encontrarme asomado a la ventana que se vencía sobre aquella negra oquedad, huyendo de un más que probable aburrimiento y de la lechosa e irritante luz de la cocina. Pero lo cierto es que, casi inmediatamente, me sobrecogió la melodía por la intensa y acuchillante voz de Phil Trim, vocalista del grupo los Pop Tops, deshojando Oh lord, why lord en celestial hermanamiento de soul y gospel.

¡Qué suerte la mía la de poder disfrutar de su música aún sin comprender la letra! Mucho después supe que la melodía bebía sin contención del conocido Canon de Pachebel; quizá fuera ese el motivo de mi particular embeleso.

Lo que me vuelve a sorprender y quería contarles, sabiendo que no les descubro nada, es la siempre sorprendente potencia evocativa de la música, pues todas estas imágenes que relato se me vinieron a las mientes en el preciso instante en que la canción volvía a sonar en uno de esos recopilatorios que inundan los finales de años, queriendo poner con ello un cierto orden y sosiego en nuestras vidas siempre azarosas.

Ya saben que la música, junto al olfato, tiene el poder de restaurar los recuerdos con gran intensidad, aunque esta hermosa capacidad del ser humano no deja de mostrar en cuanto tiene ocasión su carácter voluble y creatividad desmedida.

Por cierto, hablando de olfacción y remembranzas, otro día les contaré si no lo he hecho ya, el flash retrospectivo que me produjo la relectura olfativa (sí, yo también la practico) de unos de los títulos de la serie Guillermo Brown, de la para muchos inolvidable Richmal Crompton. Ocurrió cuando a los veinte años me adentré en una de esas crisis existenciales que a veces nos acompañan, y me lancé En Busca del Sur Perdido, sin magdalenas pero en Sevilla, entre las lecturas de infancia. Aquel esnifado hojil dejó para el arrastre el efecto de cualquier vulgar psicotrópico.

Pero bueno, basta ya de evocaciones y circunloquios ególatras, aquí tienen la canción de marras. Disfrútenla quienes no la conozcan y aquellos de ustedes que la tenían olvidada.

Aunque no me gustaría distraerles del buen sabor de oído, que no de retina, que les habrá proporcionado la audiovisión sesentera, no me resisto a dejar de ofrecerles otro presente de regia envergadura musical a cargo de Chet Baker que me dejó varado hasta su término, en medio de uno de mis paseos por los tesos cabrericenses y por motivos bien distintos a la de los Pop Tops.

La larga cambiada musical del soul al blues no se la salta un audio, y aunque con ciertos posos de abatimiento, o quizá por ello, no deja de ser muy hermosa. No sé qué podrá sucederles cuando las escuchen, pero lo cierto es que uno todavía se está re_habilitando de tamaño golpe musical.

NOTA Las soberbias palabras de Berger se las debo a Marisa Godoy, encontradas junto a otras de Cecilia Bajour: ya se sabe que lo hermoso tiende a entrelazarse. Imágenes de Paul Klee, Chet Baker y John Bergen*.

Cuando las canciones se inclinan hacia adelante* | Imagen 3

Rafael Muñoz

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