El periodista y otras personas

Casi todo el mundo ha tratado con alguna persona meritoria. No hay hombre o mujer que no haya conocido al menos una vez en su vida a algún ser admirable al cual, por circunstancias geográficas o de cualquier otra índole, el resto de los seres humanos nunca llegaremos a ver en persona. Bastantes profesionales de muy diversas ocupaciones (médicos, abogados, profesores, modistos, peluqueros, artistas del espectáculo...) tienen ocasión por su trabajo de contactar e incluso relacionarse estrechamente con determinados personajes relevantes a los que atienden o asesoran. Y son muchísimos los individuos anónimos que han visto en persona a algún famoso, ya sea porque se han acercado expresamente a verlos o porque se han cruzado con ellos por casualidad. Vaya, que casi nadie se libra de una experiencia o un selfie con líderes naturales o con famosetes audiovisuales de usar y tirar. La inmensa mayoría, sin embargo, dispone de muy pocas ocasiones de tratar personalmente a los personajes que más pintan en la sociedad. Estas premisas de Perogrullo vienen a cuento para explicar una de las principales funciones del periodista: ser los ojos y los oídos de esta mayoría.

He desarrollado la mayor parte de mi actividad profesional en ámbitos provinciales y regionales del País Vasco, La Rioja, Madrid, Baleares y Castilla, con episodios esporádicos como enviado especial sobre todo a países francófonos. He trabajado la crónica y el reportaje en media docena de ocasiones en Francia, y una vez en Canadá, Portugal, Senegal, Guinea-Conakry, Kenia y Tanzania. Con el comienzo del año hago recuento de los personajes más o menos célebres o populares que he conocido o de los cuales he recabado información en ruedas de prensa o entrevistas, casi siempre cara a cara, al margen de los corros tumultuosos de cámaras y micrófonos que se forman alrededor de las estrellas fugaces del espectáculo y la telecracia. En mi lista figuran intelectuales, científicos, artistas, deportistas, aventureros y políticos, incluidos jefes de estado y gobierno y unos cuantos ministros. Recojo aquí una selección de unos doscientos de estos nombres que dan idea de lo que puede abarcar la mirada del periodista, más allá del periodismo de columna y de salón. No colecciono sus autógrafos ni procuraba fotografiarme con ellos; mi tarea profesional consistía sencillamente en trasladar a la audiencia sus hechos y sus opiniones.