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Congreso, congresillo o congresete
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Congreso, congresillo o congresete

Actualizado 12/12/2016
Alejandro Vélez

En un par de meses, con las Navidades de por medio, el Partido Popular celebrará su ansiado, esperado y diferido congreso nacional. Un cónclave donde Mariano volverá a revalidar presidencia entre vítores, golpes de pecho y palmadas en la espalda. Pero antes de la cita, hay un concepto que lleva tiempo mascándose entre el populacho popular y que ahora vuelve a la palestra. Las primarias y la participación sin filtros del militante.
En mis años de dedicación política he participado de diferentes formas y maneras en multitud de congresos populares, tanto a nivel local, regional y nacional. Y ya les adelanto que he visto de todo, y no les niego que en algunos casos el orgullo me embarga y en otros no tanto.
Vaya por delante que creo que cada partido puede organizarse como le venga en gana, que la democracia admite múltiples formas de participación y que ninguna es perfecta. Pero con el cisco endogámico y corrupteril que se destila, y el rechazo social ante lo que huela a política. Avanzar en democracia interna, participación y formas higiénicas es sin duda indispensable para recuperar confianza y demostrar eso de que se hace lo que se dice.
No creo que el Partido Popular sea más o menos democrático que ningún otro, porque no me digan que si entramos en las odiosas comparaciones y democratizarse con primarias a la carta como las del PSOE, mejor dejar las cosas como están.
Pero es obvio que los populares están obligados a hacer algo para ponerse al día y darse una buena ducha aperturista. Algo así como un buen Varon Dandy democrático.
Quien manda en los partidos no son los militantes. De hecho son el último mono, la mano de obra recurrente cuando hay que dar el do de pecho para seguir atornillado al condumio. Hoy en día los aparatos no quieren que nada se les escape ni que se introduzca ninguna variable que no se pueda controlar, porque hay muchos que se juegan demasiado.
Vivimos en una falta de cultura democrática alarmante, en definitiva en una falta de altruismo, de deportividad sin igual. Hoy en día el enfrentamiento de ideas, el debate ideologico, de planteamientos, formas y rumbo, en definitiva, de regeneración real, es un debate perdido en España. Y me refiero de puertas para adentro de los partidos.
No se si será por nuestro carácter español, por las facturas, las ataduras o la omertá. Pero hoy la confrontación interna, el debate sincero, ese que hace avanzar. Se confunde con disidencia, traición y deslealtad.
Hemos regado el "o conmigo o contra mi" de tal manera, que el maniqueísmo brota como una seña de identidad inequívoca de nuestro sistema y nuestros partidos.
Pero todo tiene un porque. Por el miedo a la pérdida de estatus, de nómina, de poder, de gracia nombradora y de unas cuantas as cosas más. Y es precisamente eso lo que hay que romper, esa artrosis tan descarada.
Soy un ferviente admirador del sistema americano, de sus primarias. De como hay que ga

narse el voto interno casi militante a militante, pero sobre de todo como integran y valoran el pluralismo dentro de sus filas.

Hoy el Partido Popular está instalado en un apalancamiento generalizado. Rajoy no quiere ni oir hablar de primarias ni de participación pura del militante. Lo de las primarias no le preocupa, porque nadie en activo va a tener los santos arrestos como para disputarle nada, porque firmaría su defunción política.
Y es que quizás se nos va la mano, en general, con eso de la participación abierta y transparente. Pero ha sido precisamente por la calle incapacidad de administrar con sentido y altura de miras sistema más controladores.
Los populares viven congresos abarrotados de cargos públicos y afiliados que pasan "el casting", los llamados compromisarios. Una suerte de representantes de los afiliados de cada provincia que eligen al presidente, y que desde luego cuentan con el beneplácito de cada dirección. No problem.
En condiciones normales solo puede votar aquel afiliado que lo es de pleno derecho, o sea, que está al corriente del pago de sus cuotas. Algo poco comùn, y que en muchos casos se obvia si la cosa anda tranquila. Como haya algún problema, se intuya alguna lucha, se tira de estatutos y todo arreglado, quien no paga no vota.
Y no digo que me parezca mal, si digo que la ley de un partido está para cumplirse , y no puede acomodarse en función del interés.
Me arriesgo a predecir que de cara al cónclave popular se venderá participación. Y que de la cita de febrero saldrá algún cambio que aplique un poco de brillante barniz democrático a la cuestión participativa, pero no se engañen, reformas pomposas para que todo siga igual y nada cambie.
Pero a pesar de todo hay algunas voces que ya piden dentro del Partido Popular más aperturismo, entre ellas la de Castilla y León. Y no les sorprendo si les digo que me encanta esa postura crítica y adecuada a los tiempos que Herrera representa.
El burgalés le ha puesto voz y sentido común a toda esta cuestión. Sin caer en el asamblearismo impracticable, es partidario de un sistema mixto que acerque partido y bases. Un militante un voto a nivel local y provincial, y continuar con el sistema de compromisarios a nivel autonómico y nacional.
Una propuesta sin duda que comenzaría a cambiar los cimientos de un partido monolítico, y con la que me temo muchos próceres populares no estarán deacuerdo, temerosos de que una base cabreada y harta del ninguneo les pegue un golpe de timón en toda la jeta. Y por la vía del voto interno se les acaben las decisiones raras, los desmanes a gusto del que manda, y que que ponga las cosas difíciles a las formas caprichosas. Vamos, que mande a más de uno a escardar cebollinos.
El Partido Popular tiene una oportunidad con la modernidad, con dar pasos certeros hacia formas mas cercanas, más de la gente. Y de esta manera clausurar virreinatos. Una magnífica ocasión para ver si celebraran todo un congreso, un congresillo o un simple congresete. Aunque conociendo los actuales mimbres no le arriendo las ganancias al cesto.

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