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Se acerca la Gran Noche
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Se acerca la Gran Noche

Actualizado 15/12/2016
Isaura Díaz Figueiredo

El Señor quiere humildad, sinceridad, verdad, amistad, solidaridad y una gran vitamina en la qué su único componente sea AMOR

Creo que el año 2015 puse un cuento parecido a este, con el quiero que la sociedad donde lo principal es el consumismo, que cuando vayamos a comprar reflexionemos:

¿Lo necesito? Y sí es hacer un regalo ¿lo entrego con el corazón? aunque sea humilde, le indicará a la otra persona que se ha acordado de ella, O se dice, cumplo y punto, da mi felicitación de corazón deseando que realmente sus deseos se vean cumplidos, que sus pensamientos sean positivos y sepa dar soluciones a lo largo del años que va comenzar, porque vendrán días regulares, menos buenos y aquellos donde se han cumplido todas nuestras expectativas. No quiero amargarles el cuento y recordar lo que Sigmund Freud decía sobre felicidad, la parcialidad freudiana la dejamos para otro momento.

Cuento

El ángel Leabiah

Era la noche de Navidad. Un ángel llamado Leabiah (que significa Dios Ahora y Siempre) tenía que cumplir la misión que el Señor le había encomendado. Bajar a la tierra y dar una notica a una arisca y soberbia mujer-Dª Necoreta-rica y dueña de una gran mansión.

  • Toc, toc, está Dª Necorena - dice el ángel a la empleada de la casa - por favor necesito hablar con ella, traigo un recado muy, muy importante, Dios ha decidido que? y aparece la encopetada señora. Leabiah le da la noticia.

La señora quedó entusiasmada: Nunca había creído posible que en su casa sucediese este milagro. Trató de preparar una cena excelente para recibir a Jesús. Encargó pollos, conservas y vino importados de Francia y Portugal.

De repente sonó el timbre. Era una mujer mal vestida, de rostro sufrido, con el vientre hinchado por un embarazo, que se presuponía muy adelantado.

- Señora, ¿no tendría algún trabajo para darme? Estoy embarazada y tengo mucha necesidad del trabajo.

-¿Pero le parece que ésta es hora de molestar? Vuelva otro día, respondió la dueña de la casa. Ahora estoy ocupada con la cena para una importante visita.

Poco después, un hombre, sucio de grasa su buzo de faena, llama a la puerta.

- Señora, mi camión se ha averiado en la esquina de la calle. ¿Por casualidad no tendría usted una caja de herramientas que me pueda prestar?

La señora, ocupada como estaba limpiando los vasos de cristal y los platos de porcelana, se irritó mucho:

- ¿Usted piensa que mi casa es un taller mecánico? ¿Dónde se ha visto importunar a la gente así? Por favor, no ensucie mi entrada con esos pies inmundos.

La anfitriona siguió preparando la cena: abrió latas de caviar, puso champaña en el refrigerador, escogió de la bodega los mejores vinos, preparó unos coctelitos.

Mientras tanto alguien afuera batió las palmas. Será que ahora llega Jesús, pensó ella emocionada y con el corazón acelerado fue a abrir la puerta. Pero no era Jesús. Era un niño harapiento de la calle.

- Señora, deme un plato de comida, tengo hambre, he perdido a mis padres en una guerra lejana.

-¿Cómo te voy a dar comida si todavía no hemos cenado? Vuelve mañana, porque esta noche estoy muy atareada, mañana recogerás algunas sobras.

Al final, la cena estaba ya lista. Toda la familia emocionada esperaba la ilustre visita. Sin embargo, pasaban las horas y Jesús no parecía. Cansados de esperar empezaron a tomar los coctelitos, que al poco tiempo comenzaron a hacer efecto en los estómagos vacíos y el sueño hizo olvidar los pollos y los platos preparados.

A la mañana siguiente, al despertar, la señora se encontró, con gran espanto frente a un ángel.

- ¿Un ángel puede mentir? Gritó. Lo preparé todo con esmero, aguardé toda la noche y Jesús no apareció. ¿Por qué me hizo esta broma de mal gusto?

- No fui yo quien mentí, fue usted la que no tuvo ojos para ver, dijo el ángel Leabiah. Jesús estuvo aquí tres veces, en la persona de la mujer embarazada, en la persona del camionero y en el niño hambriento. Pero usted no fue capaz de reconocerlo y de acogerlo. Todos tienen el pelaje del Señor amiga. Jesús nunca la visitará envuelto en lujosas telas o pieles, El Salvador está reflejado en el rostro de cada uno de los seres anónimos que nos encontramos diariamente. Otra vez amiga, tenga ojo como si fuera una fuerte águila que desde las alturas sabe donde tiene que poner sus garras para no errar.Se acerca la Gran Noche | Imagen 1

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