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El encanto de la palabra
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El encanto de la palabra

Actualizado 03/12/2016
Juan Ángel Torres Rechy

A Rafael P. F.

«La palabra debe pintar el color de un sonido,

el perfume de un astro, aprisionar el alma de las cosas.»

Rubén Darío

Un amigo sensible a la plasticidad de las palabras ponía de relieve el encanto de conocer vocablos nuevos. Tomábamos una cerveza y me citaba algunas. Al mismo tiempo, no perdíamos de vista el partido de la NFL en la televisión. Era una tarde de domingo.

La escena podía interpretarse como una estampa de la clase media acomodada. Nuestra plática desenfadada discurría por senderos alejados de preocupaciones inmediatas. Yo antes había comido un coctel de mariscos preparado por mi amigo en su local de ceviches & drinks, El Jíbaro, donde además rellenábamos las horas de la tarde con recuerdos de un grupo de amigos del pasado y con conversaciones sobre nuestras perspectivas para el futuro. Escuchábamos el rumor de una brisa suave en la calle, como la del Monte Horeb cuando Elías subió por indicación de Dios.

«Otrora» fue una palabra que un día llamó la atención de mi amigo durante la lectura de un libro. En la historia de nuestra literatura hispanoamericana, circunscribiéndonos al ámbito salmantino, la recogemos en la segunda mitad del s. xvi en la poesía de Fray Luis de León: «¡Oh, qué lleno ha de estar de Dios mi pecho, | y cómo debe arder en vivo fuego | de un Dios por nuestro amor todo amor hecho, | en tanto que mi mente expone luego | el Cántico divino, que inspirado | fue otrora a Salomón vate sagrado!» (edición de José Manuel Blecua, Poesía original, Madrid: Gredos, 1990, pág. 261, en REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. ?http://www.rae.es? [2 de diciembre de 2016]). El Cantar de los cantares (el Cántico inspirado al hijo del Rey David) ha irrigado con su caudal poético la literatura de las naciones desde hace más de dos mil años. Cimas visibles tienen los nombres de Benito Arias Montano, San Juan de la Cruz y María de San José, entre otros.

La palabra que convoca nuestra atención, «otrora», figura cuatro siglos después en la Vida de Don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno. El escritor de la Generación del 98 habla de la causa que movió a Alonso Quijano a hacerse caballero andante: «Parece al volver Don Quijote de Barcelona, ir en camino de curarse de su heroica locura y de prepararse a bien morir, mas en viendo el prado de otrora, sueña de nuevo con hacerse eterno y famoso, no sólo en los presentes sino en los venideros siglos [...] ¡El toque está en no morir!» (edición de Alberto Navarro, Madrid: Cátedra, 1998, pág. 481, en REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. ?http://www.rae.es? [2 de diciembre de 2016]). Mi amigo también me hablaba de términos especializados del fútbol americano, como la «bolsa de protección» (el área donde se ubica el quarterback para lanzar un pase).

El encanto de la palabra | Imagen 1

En los versos de Fray Luis, «otrora» remite a un tiempo en el pasado, mientras que en la obra de Unamuno nos lleva al momento cuando don Quijote y Sancho pasaban por el prado

donde fueron atropellados de los toros. Reconociole don Quijote y dijo a Sancho: [...] si es que a ti te parece bien, querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiésemos en pastores [...]. Yo compraré algunas ovejas y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio son necesarias, y llamándome yo «el pastor Quijótiz» y tú «el pastor Pancino», nos andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantando aquí, endechando allí [cantando canciones de lamento], bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes [...]. Daranos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces [...] Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacernos eternos y famosos, no sólo en los presentes, sino en los venideros siglos.

?Pardiez ―dijo Sancho― que me ha cuadrado [convenido], y aun esquinado, tal género de vida (edición y notas de Francisco Rico, Don Quijote de la Mancha, Madrid: Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Edición del IV Centenario, Segunda parte, capítulo lxvii, página 1061).

Un par de otros tiempos, el de Salomón y don Quijote, se pliega sobre tiempos presentes, el del fraile agustino y el del poeta de Salamanca, y este conjunto, a su vez, se dobla sobre nosotros. El lenguaje entero y el mundo detrás de él se volcaba sobre la mesa del Jíbaro mientras mi amigo me decía: ?Otra palabra que me gustó cuando la conocí fue «viceversa».

Yo no recuerdo a ciencia cierta cuáles palabras le dije, inventaría si escribiera aquí «círculo», «meta», «baluarte». Olivares Alonso, en un artículo de La Jornada sobre la traducción de la Visión de los vencidos al náhuatl y chino mandarín, habla del volumen de León Portilla como «uno de los libros icónicos publicados en el país [México]». «Icónico», pienso, también me gusta.

Imagen: Juan Gris, Bol y libro (1926-1927), óleo sobre lienzo.

Colaboradores de la columna: Esperanza, Rafael, Rómulo y Juan Ángel .

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