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La crueldad en la vida política
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La crueldad en la vida política

Actualizado 01/12/2016
Redacción

Lo que le ha ocurrido a Rita Barberá no es extraño en la vida política. Es un ámbito que acepta conductas impensables en otros espacios de la vida púbica. Sé que, en la esfera privada, los resentimientos están presentes; baste con pensar en aquellas familias quebradas, especialmente cuando acuden al notario a dirimir el reparto de una herencia y, quienes se sienten agraviados, recuperan sus peores sentimientos de codicia, rompiendo todos sus vínculos para vivir alimentando el rencor. A Rita Barberá, cuyo comportamiento político no siempre fue el mejor, baste recordar cómo se burlaba de los manifestantes que pedían una respuesta después del accidente del metro de Valencia, o su falta de reconocimiento de que todos sus concejales, menos una, estuvieran implicados en una trama de financiación ilegal de su partido. Pero, en términos personales, nos deberíamos preguntar si alguien se merece una respuesta como la que sufrió. Una crónica del periodista Pablo Montesinos comentaba cómo, el día de la inauguración de la legislatura, sus compañeros se comunicaran por wassap para avisarse por dónde iba la senadora con la intención de evitar saludarla. Una persona, acostumbrada a deambular por Valencia hablando con todo el mundo, era dudoso que pudiera vivir sin que nadie cruzara una palabra con ella. Militó desde muy joven, su carnet tenía el número 3 del PP, con lo cual es muy posible que sus mejores amigos compartieran partido político. Según testimonios cercanos a Rita Barberá, ella podía afrontar el juicio, pero esperaba, como se espera de todas las relaciones personales, que la ayudarían a superar su testimonio en el Tribunal Supremo.

Hemos sabido los detalles del calvario de Barberá porque ha muerto en un Hotel frente al Senado. Pero ella no es una excepción, es la regla. Pablo Iglesias sustituyó al responsable de organización de Podemos Madrid por la noche y con una escueta llamada de teléfono, sin dar explicaciones. He conocido cargos políticos del PSOE que se enteraron de que no seguirían ostentando su puesto, leyendo su cese en el BOE. Otros, no sabían cómo vivir con un móvil silencioso, no había llamadas para quien ya estaba fuera de la vida política. En las Agrupaciones Locales, también se esmeran en hacer las cosas de la peor manera. Varios compañeros y compañeras se enteraron de que no seguirían como concejales con sólo 5 minutos de antelación, justo antes de comenzar una Asamblea, donde se votaría una lista cerrada, sin duda, el mejor método para ofrecer la ilusión de un voto, porque de ser abierta, otro gallo cantaría. Pero ya sabemos que el poder se ejerce por los hechos: Quitar y poner, estar o no estar, tanto en una lista para el Ayuntamiento, como para las Cortes de Castilla y León, o para una ejecutiva. Y los que no figuran, pero desearían ser elegidos entre todos los demás, pasarán a ser más invisibles que el resto, a la espera de una segunda oportunidad donde recuperar protagonismo. Todas las listas se deciden en un despacho, por tres o cuatro señores que calibran sus compromisos. Todos ellos cargos que, como Fidel Castro, aspiran a ser eternos.

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