El Presidente recuerda, Nigeria no olvida

Autor: Pablo Martínez Ramil, activista por los Derechos Humanos

La gravedad de sus palabras quedó patente en el rostro de Ángela Merkel, que le acompañaba a escasa distancia en la rueda de prensa. Sin embargo, para el presidente la polémica de su mensaje ni siquiera era algo a considerar: Estaba allí para vanagloriarse. 21 de las 276 niñas secuestradas en Chibok en abril de 2014, habían sido liberadas. Una gran victoria para su ejecutiva, de la que incluso su esposa es crítica. El portavoz de la presidencia, Garba Shehu, se expresaba vía twitter "El presidente da la bienvenida a la liberación de estas chicas, pero recuerda a los nigerianos que el terrorismo ha matado a más de 30.000 civiles". "El presidente (?) recuerda". Y razón no le falta, el ejercicio de la memoria es algo fundamental tanto para hablar de Nigeria como para hablar de cualquier situación dramática similar. Sin embargo, simplificarlo a la máxima de "el terrorismo ha matado a más de 30.000 civiles" es tanto faltar a la verdad como una forma de manipulación.

Y si el presidente recuerda, nosotros también: Las balas empezaron a volar en 2009, cuando un movimiento rebelde islamista popularmente conocido como "Boko Haram" inicia una violenta campaña contra el gobierno nigeriano en el nordeste del país. Debido a una coyuntura propicia, el conflicto se intensifica gradualmente. En el año 2012, la escalada de violencia lleva al régimen de excepción en los tres estados donde el grupo se asentaba: Borno, Yobe y Adamawa. El expresidente, Goodluck Jonathan, responde con la creación de una fuerza especial conjunta uniendo el ejército con otros cuerpos de seguridad para plantarles cara. Amnistía Internacional considera que cabe hablar de conflicto armado no internacional al menos desde mayo de 2013. Fue en este año cuando se creó la "Fuerza Civil Especial Conjunta", una suerte de milicia popular cuyo objetivo no era sino la colaboración con las fuerzas de seguridad en cuanto a la identificación de miembros de Boko Haram y la colaboración en sus detenciones ? y que en la práctica acabó implicada en multitud de palizas y asesinatos-. El culmen para los islamistas se sitúa en julio de 2014, cuando Boko Haram llegó a tener capacidad para recaudar impuestos entre los residentes de las zonas ocupadas. Una fuerte contraofensiva hizo que un año después el ejército hubiera recuperado la mayor parte del territorio, pero a día de hoy, el conflicto sigue vigente.

Hagamos memoria. El 14 de marzo de 2014, Boko Haram atacó un centro de detención militar en Maiduguri (estado de Borno) en el cual se liberó a los allí detenidos. 622 es la cifra de ejecutados extrajudicialmente por el ejército ?una vez recapturados- ese día. El material audiovisual posterior confirmó 18 ejecuciones más. Todo documentado y denunciado por Amnistía Internacional, pero sin consecuencias hasta la fecha. Las ejecuciones extrajudiciales masivas han sido y son una violación de los derechos humanos que para el ejército nigeriano no ha supuesto secuela alguna. Solo entre 2013 y 2014, Amnistía Internacional ha documentado 1200 ejecuciones de hombres y niños ?cifra que probablemente sea mayor en realidad-. En 14 casos se llegaron a asesinar decenas, incluso cientos de personas en un solo día. Y los cuerpos, o bien acaban cerca de las casas o poblados o, en ocasiones, si no hay quien lo corrobore, caen las muertes en el desconocimiento más absoluto.

No olvidemos a los más de 7000 muertos bajo custodia. Muertes que ni se registraron ni se investigaron. Solamente en Junio de 2013, se realizó una entrega desde un centro de detención de 1400 cadáveres a una funeraria. Por supuesto, los registros de las funerarias fueron prohibidos. Fuentes militares y testigos aseguran que se incineraron cadáveres en fosas comunes, todo con tal de encubrir las cifras reales de fallecidos. Declaraciones de supervivientes de estos centros ponen de manifiesto una realidad que avergonzaría a cualquier país que se considerara democrático: muertes por deshidratación, hacinamiento, hambre, tortura, falta de atención médica? Exdetenidos afirman tener que hacer turnos para dormir, o incluso únicamente para sentarse en el suelo.

Un carpintero de 25 años de Maiduguri, lo sufrió en primera persona: "Teníamos la sensación de que sólo querían que nos muriésemos. Mucha gente murió en las celdas. Nos negaron el agua en todo momento durante dos días, murieron 300 personas [en esos días]. A veces bebíamos orina de la gente, pero había veces que ni siquiera se podía conseguir orina. Morían cada día, y cada vez que alguien moría, [los demás detenidos] nos alegrábamos por el espacio extra. Y porque nos sacarían para llevarse los cadáveres, y los militares nos darían agua para lavarnos las manos y cuando nos lavábamos las manos bebíamos el agua."

Esta tragedia no es algo del pasado, pues Amnistía ha llegado a documentar en torno a 20.000 el número de detenciones arbitrarias masivas. De todos ellos, algunos fueron liberados gracias a sobornos de sus familiares, una pequeña parte fue procesada y juzgada, cientos fueron ejecutados y miles murieron en detención; el resto está recluido indefinidamente bajo custodia militar no autorizada y no reconocida, se les niega el contacto con abogados o familiares, no se les han imputado cargos formales y no han comparecido siquiera ante un tribunal. Este es el drama diario de un país. Así que no hace falta que el presidente recuerde, porque Nigeria no olvida.