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Victoria Mesonero, un ejemplo insólito de talento y trabajo, empeño y pasión
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teatro juan del enzina

Victoria Mesonero, un ejemplo insólito de talento y trabajo, empeño y pasión

Actualizado 23/10/2016
Charo Alonso

Éxito del concierto para presentar su segundo CD, 'Invicta'

El Teatro Juan de la Enzina, con esa modernidad que aún nos asombra y esa capacidad del equipo de Manuel de las Heras para programar obras y con ciertos espectaculares y sorprendentes, fue el espacio más adecuado para presentar un proyecto también espectacular y sorprendente. Bregada en el mundo de la música salmantina, donde se suceden las colaboraciones y las bandas, el empeño de la cantante Victoria Mesonero para grabar su segundo CD, Invicta, y rodearse de un potente grupo de excelentes músicos es toda una hazaña que no pudo tener mejor escenario.

Dueña de una voz sorprendente donde se unen la potencia, la técnica, la capacidad infinita de interpretar, el juego expresivo de su garganta, su enorme presencia escénica y su conocimiento de los temas propios y ajenos con los que domina por completo su espectáculo, Victoria Mesonero es un ejemplo insólito de talento y trabajo, empeño y pasión. La misma que pone para dirigir a su banda, la misma que utiliza para levantar un proyecto en el que han participado treinta músicos.

Con esa fuerza se enfrenta al público y marca los tiempos de un grupo de metales excelente -Alberto Caño, Iván Muñoz, Rosa María Gallego y Carmelo Muñoz- que acompañan a un bajo y a un guitarrista sólidos, excepcionales, Hugo Matías y Carlos Martín, dominados incluso por la disposición de la banda, por un batería, Moisés Agudo, curiosamente vestido de blanco frente al resto de los músicos. Músicos de enorme solvencia digiridos por las manos, expresivas, veloces, que hablan un lenguaje de gracia y de disfrute, de esta diva capaz de enfrentarse a temas propios, ajenos, a emular a Aretha y a sentarse a su piano o recorrer el espacio con un dominio escénico sorprendente sobre sus altos tacones.

Victoria Mesonero no deja a nadie indiferente, sus alardes vocales, su arrebatada forma de interactuar con los músicos, con ese coro fantástico que la enmarca en las voces de Ned Radmunsen, Fátima García y Miriam Gamallo, sorprenden y hacen disfrutar a un público entregado que ya la conoce. Alumna del pianista Chema Corvo, la presencia del reputado músico en el escenario es un regalo porque nunca su voz suena más dulce que a las notas de su maestro, como nunca ha sonado tan divertida como acompañando a los músicos de hip hop Mister Rigodón y El Chico de la Barraka.

Su presencia es una buena prueba de cómo entiende Victoria Mesonero la escena salmantina: apoyo, encuentro, colaboración, amistad y, sobre todo, profesionalidad. Un proyecto en el que cada detalle está perfectamente medido y que supone no solo un esfuerzo titánico que esta cantante de veintiséis años lleva sobre sus hombros, sino que es un acto de amistad, de alegría, de encuentro con la buena música. Una actuación en la que todo ese esfuerzo de empatía, trabajo duro, responsabilidad musical y pasión, mucha pasión, sirvió para rendir a un público ya entregado a la voz y al estilo de esta diva cercana e inmensa con la que disfrutar del soul, el reggea, el hip hop y su propia música, esa que nos puso de pie? esa que no va a parar de sonar porque todos en el Juan del Enzina cantamos Victoria.

Charo Alonso /Fotografías: Carmen Borrego y Fernando Sánchez Gómez

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