DOMUND: "Sal de tu tierra"

Ya está aquí el DOMUND. Lo celebramos el próximo domingo. Casi no hace falta decir nada más para tener idea clara de lo que es y de lo que nos pide el DOMUND. Es la Jornada Mundial de las Misiones. La Jornada cumple este año precisamente 90 años desde su implantación por el Papa Pío XI, el gran Papa misionero, en el año 1926.

Se puede explicitar el significado de la jornada del DOMUND de muchas maneras. A mí me gustaría recomendar dos perspectivas del DOMUND: la de la pregonera del DOMUND de este año Pilar Rahola; y la del Papa Francisco a través de su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año 2016.

Independientemente de su ideología independentista en Cataluña, y de su condición de no creyente, como ella misma confiesa, el pregón del DOMUND, que tuvo lugar el pasado día 15 de octubre en la iglesia de la Sagrada Familia, está llena de alabanzas a la acción misionera de la Iglesia y a los misioneros.

"Estoy aquí ?dice, en la iglesia la Sagrada Familia, pronunciando el pregón del DOMUND? porque he recibido el inmerecido honor de ser la pregonera de un grandioso acto de amor que, en nombre de Dios, nos permite creer en el ser humano". La "? dificultad para entender la divinidad no me impide ver a Dios en cada acto solidario, en cada acto de entrega y estima al prójimo que realizan tantos creyentes, precisamente porque los valores cristianos son valores universales que entroncan directamente con los derechos humanos".

La afirmación de Pilar va más allá: "Por supuesto, me refiero a la palabra de Dios como fuente de bondad y de paz? el mensaje cristiano, especialmente en un tiempo de falta de valores sólidos y trascendentes, es una poderosa herramienta, transgresora y revolucionaria; la revolución del que no quiere matar a nadie, sino salvar a todos". Un mensaje muy próximo al mensaje cristiano, aunque estemos hablando de una salvación diferente. Merece la pena leer completo el mensaje de Pilar Rahola.

El Papa Francisco se expresa de una manera similar y más completa. El título del Mensaje dice: "Iglesia misionera, testigo de misericordia". Evidentemente trata, y lo dice expresamente, de aprovechar el mensaje del Jubileo de la Misericordia. Y enseguida hace una afirmación sorprendente: "la Jornada Mundial de las Misiones 2016: nos invita a ver la misión ad gentes como una grande e inmensa obra de misericordia tanto espiritual como material".

Aunque no dijera nada más, ya sería suficiente. Pero enseguida nos invita a todos a ejercitarnos en esa "gran obra de misericordia": "En efecto, en esta Jornada Mundial de las Misiones, todos estamos invitados a «salir», como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana".

Y se introduce inmediatamente en el corazón mismo del mensaje: "En virtud del mandato misionero, la Iglesia se interesa por los que no conocen el Evangelio, porque quiere que todos se salven y experimenten el amor del Señor. Ella «tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio» (Bula Misericordiae vultus, 12), y de proclamarla por todo el mundo, hasta que llegue a toda mujer, hombre, anciano, joven y niño".

Así se entiende perfectamente que el mensaje de amor de Jesucristo tiene que llegar a todos los hombres, y esa es precisamente la labor que llevan a cabo, principalmente, los misioneros. No son sólo hombres de solidaridad humanitaria, aunque realmente cultiven la salud, la educación, los derechos humanos, y todas las demás virtudes que dignifican la condición humana.

Pero la Iglesia misionera no es una mera ONG, sino una corriente de amor divino, que ha experimentado previamente el misionero, y lo lleva a todos para que entren también en esa corriente de amor y misericordia divinos.

El Papa habla de realidades concretas: "Muchos hombres y mujeres de toda edad y condición son testigos de este amor de misericordia, como al comienzo de la experiencia eclesial".

Y luego se centra en la acción misionera de las mujeres y de la familia: "La considerable y creciente presencia de la mujer en el mundo misionero, junto a la masculina, es un signo elocuente del amor materno de Dios. Las mujeres, laicas o religiosas, y en la actualidad también muchas familias, viven su vocación misionera de diversas maneras: desde el anuncio directo del Evangelio, al servicio de caridad. Junto a la labor evangelizadora y sacramental de los misioneros, las mujeres y las familias comprenden mejor a menudo los problemas de la gente y saben afrontarlos de una manera adecuada y a veces inédita: en el cuidado de la vida, poniendo más interés en las personas que en las estructuras y empleando todos los recursos humanos y espirituales para favorecer la armonía, las relaciones, la paz, la solidaridad, el diálogo, la colaboración y la fraternidad, ya sea en el ámbito de las relaciones personales o en el más grande de la vida social y cultural; y de modo especial en la atención a los pobres".

Y, aunque merezca la pena leer y meditar despacio todo el mensaje del Papa, podemos concluir con la afirmación de que ese mensaje misionero tiene como destinatarios a todos los hombres del mundo: "Todos los pueblos y culturas tienen el derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos".

Y termina el Papa comprometiéndonos a todos, porque "El mandato del Evangelio? no está agotado, es más, nos compromete a todos, en los escenarios y desafíos actuales, a sentirnos llamados a una nueva «salida» misionera".

Si eres hombre o mujer de fe cristiana, este mensaje te afecta. De lo contrario, como en el caso de Pilar Rahola, también podrás colaborar en una forma de solidaridad tan digna de reconocimiento.