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Teresa de Jesús explica la Transverberación a los vecinos de Alba
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ESPECIAL FIESTAS DE LA TRANSVERBERACIÓN 2016

Teresa de Jesús explica la Transverberación a los vecinos de Alba

Actualizado 24/08/2016
Roberto Jiménez

La villa ducal inicia mañana jueves las fiestas con la salida de Santa Teresa de clausura prevista para las 11.30 horas

Nos parece muy ilustrativo para estos días festivos en torno a la Transverberación de Santa Teresa, la segunda fiesta teresiana albense, el proponer este artículo que Manuel Diego Sánchez, carmelita, publicó recientemente en el libro colectivo: "Teresa de Jesús, De la A a la Z", Alba de Tormes, Biblioteca de Temas Albenses, 2015, pp. 137-142. Lo hacemos contando con el permiso de los editores, a los cuales agradecemos esta cortesía.

T DE TRANSVERBERACION DE SANTA TERESA

Nos podemos imaginar al día de hoy que es la misma interesada, Santa Teresa, la que nos explica este fenómeno místico que tanto nos llama la atención y que en Alba de Tormes además pervive con un valor añadido de plasticidad, pues nos evoca de inmediato la reliquia del corazón que se puede venerar en la iglesia de las monjas Carmelitas; y como no, también nos trae a la memoria las fiestas teresianas de agosto del mismo nombre que, desde la década de los 70 del siglo pasado va tomando auge y aglutinan las fiestas de verano de nuestra villa.

Imaginemos, pues, que la madre Teresa, la que lo vivió y contó por vez primera, sea la que ahora nos narra, en forma epistolar, el incidente.

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Desde el monasterio de la Anunciación de Alba de Tormes, año del 2015, en el V centenario de mi nacimiento.

Siempre me admiró que letrados y teólogos hayan usado palabra tan rara y difícil (técnica en exceso), para definir lo que ocurrió en mi vida con una cierta frecuencia desde el año 1560 en adelante, y que yo llamo simplemente las heridas místicas, el traspasamiento, la "merced del dardo", etc. También vosotros, albenses, habéis caído en la misma trampa, pues esa fiesta anual del mes de agosto en mi honor instituida en el siglo XVIII, la llamáis también así: Fiesta de la transverberación del corazón de santa Teresa de Jesús.

Pero con razón la llamo yo siempre "merced", porque ?como en otros tantos casos- quería recordar la gratuidad de mi experiencia religiosa, que no era el resultado del esfuerzo, ganas o voluntad mía, sino de la irrupción inesperada y graciosa de Dios en mi vida, dejándome así toda llena de él, es decir, abrasada en amor por él. No una sola vez, sino durante temporadas y en diversas circunstancias estaba totalmente absorta (no ida ni alienada), pero sí metida dentro del amor a Cristo. Me parecía que se verificaban en mí aquellas palabras de Pablo: no vivo yo, es Cristo que vive en mí (Gálatas 2,20). Era como una sensación de estar y vivir herida de amor, de no tener otra dirección afectiva en la vida, es decir, el no estar dividida o desperdigada, sino haber llegado a ser una persona unificada, de arriba abajo y de dentro hacia fuera.

¡Oh, lo que es moverse por la vida sólo desde el amor de Jesús, o ?como dicen los chicos jóvenes de hoy- vivir totalmente "colada" de amor por él!

Así de sencillo y de importante fue el hecho místico. Pero lo que está detrás de todo esto es la carga de feminidad y esponsalidad con que lo he vivido, en cuerpo y alma, y cuyo rastro se percibe aún mejor en la palabra escrita (literatura) y en el arte, como expresiones de belleza suma que han querido captar este momento.

Estas situaciones que viví no sólo en mi celda del monasterio de la Encarnación de Ávila, sino también en la casa de mi amiga doña Guiomar de Ulloa, junto al colegio de los jesuitas de la misma ciudad, las describí en lenguaje simbólico (ángel, arco, dardo, fuego, corazón, herida, llaga?) y, naturalmente, de manera aproximativa, nunca a la letra; es como como una forma altamente poética de lo que me pasaba interiormente; desde luego ?lo repito- dicho en forma simbólica, porque toda experiencia religiosa o mística siempre es inefable, te supera y no hallas palabras para describirla. Y así tienes que echar mano de la poesía y de los símbolos para transmitir lo que quieres decir. En esas dificultades me encontraba yo a la hora de narrar lo que pasaba entonces por mí.

El primer lugar donde podéis leer esta gracia es en mi autobiografía (Vida 29,13-14), aunque volví más tarde sobre el tema cuando, estando en Sevilla por el año de 1576 tuve que dar cuenta a mis confesores, y escribí eso, una Cuenta de conciencia en torno a los meses de febrero-marzo (nn. 14-15). Desde la madurez luego vuelvo a retomar el tema en VI Moradas 2 y 11. También, como de paso, en las Meditaciones sobre los Cantares (7,6), y en las Exclamaciones (16,1-2). Pero quizás la descripción más intensa que di fue en aquellas poesías: "Ya toda me entregué y di" remedando el texto bíblico del Cantar de los cantares (2,5 y 4,9); y en la otra que dice: "¡Oh hermosura que excedéis"! De todos modos, si queréis seguir mi punto de vista, os aconsejo leer cuanto escribe mi confesor y compañero Juan de la Cruz, que en su libro Llama de amor viva (2,2-15) ha dejado consignada la mejor versión que se haya dado de este merced. Y es que ambos hablamos y cambiamos impresiones sobre el particular, cuando yo era priora de la Encarnación de Ávila y él confesor de mi comunidad, justo pocos años antes de aquella injusta cárcel que le tocó sufrir. Nadie le iguala en belleza, exactitud y uso de un lenguaje autorizado.

Es increíble lo que llamó la atención a mis primeros lectores la merced del dardo, tanto, que el interés por el tema de inmediato pasó al arte y, seguramente, se trata de uno de los motivos más frecuentes con que vengo representada. Jamás pensé que aquel paso de mi autobiografía iba a tener tanta repercusión. Todavía hoy, en este año centenario del 2015, he podido constatar que el cartel de la Feria del Libro de Madrid, tiene como tema una mujer lectora y transverberada o herida de pasión por el libro. ¡Buena ocurrencia!

Y he de confesar que, aunque la conocida estatua romana de mármol de Gian Lorenzo Bernini es una pieza de innegable valor artístico y que ha dado tanto que hablar, no la tengo por la mejor reproducción de este hecho místico. Prefiero otra variante del tema, donde el divino cazador es Cristo adolescente, el cual me hiere con la flecha de su mismo amor, ante los ojos atónitos de sus padres, María y José. Desde que esta estampa la hiciera famosa un grabado de Wierix (1622), así la tenéis pintada en muchos sitios, también en el camarín alto de mi sepulcro de Alba de Tormes. Refleja mejor la realidad de lo sucedido, porque en verdad fue eso, estar herida de amor por Cristo.

Pero en lo que toca a la poesía, me siguen gustando tanto las dedicadas a este fenómeno por Miguel de Cervantes y Lope de Vega, ambas escritas en 1614 con motivo de las fiestas de mi beatificación en Madrid.

Finalmente, quiero recordaros que Alba de Tormes es privilegiada porque, además de tener a la vista mi corazón, el cual tuvieron la osadía de extraerme aquellos médicos salmantinos que examinaron mi cuerpo en el 1592, vosotros celebráis la fiesta de la transverberación en el mes de agosto, y esto es así desde el año 1726 en que la concedió el papa Benedicto XIII. Hasta en esto sois singulares y especiales. La primera fecha de la fiesta fue el 27 de agosto, pero fue cambiada por la Iglesia en la reforma litúrgica del Vaticano II y pasada al 26 de agosto en el año 1972. Pero en Alba no fue así, sois tozudos en mantener la tradición. Seguís con la fecha antigua del 27 de agosto, y siempre con mayor grado litúrgico que en otras partes, más incluso que en Ávila. Y esto fue posible por el interés que se tomaron mis monjas de Alba que, aprovechando la amistad que les unía con el papa Benedicto XV (el primero que visitó mi sepulcro en 1886, siendo sacerdote), lograron de él ?saltando por encima del procedimiento normal, que era el pasar por la Congregación de ritos- esta gracia litúrgica concedida de forma personal y hasta con autógrafo suyo: 4 de junio de 1917. Concedemos que en el monasterio y en la iglesia de Carmelitas de Alba de Tormes la fiesta de la Transverberación de Santa Teresa de Jesús se celebre de primera clase. Benedictus PP. XV.

Cuando admiréis y veneréis la reliquia de mi corazón, en Alba de Tormes tan a vuestro alcance, no os olvidéis eso, que es sólo un testimonio, un signo de que mi vida se movió siempre desde el amor, como así lo cantáis en ese himno Regis superni nuntia del papa Urbano VIII que todavía os emociona tanto y que dice: "Oh Teresa, víctima del amor divino, enciende nuestros corazones" (O Caritatis victima, tu corda nostra concrema).

He escrito de más, porque a estas alturas del tiempo, aquella experiencia mística ha desencadenado tantas reacciones en la literatura, en el arte? Pero no lo cuento todo. Sólo constato que de alguna forma todas las personas, también hoy, buscan eso mismo, el moverse en la vida desde el amor. Y las que han sufrido una experiencia religiosa fuerte, del tenor que sea, saben de sobra que esto es así, y que imprime o deja huella en la personalidad, te deja herida, como fue mi caso.

Así lo he vivido yo y lo he comunicado.

Me despido ya. Os saluda desde Alba, Teresa de Jesús.

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