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"Locus standi", del poeta abulense José María Muñoz Quirós
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RESEÑA DE JACQUELINE ALENCAR

"Locus standi", del poeta abulense José María Muñoz Quirós

Actualizado 23/08/2016
Redacción

A finales de julio el Palacio de Bracamonte de la capital abulense se llenó de los versos del poeta Muñoz Quirós. Se presentaba su último libro, LOCUS STANDI, por Enrique Viloria y A. P. Alencart

LOCUS STANDI es un libro que me recuerda ese eterno recomenzar de las cosas, que, como la hierba, al atardecer se secan para luego, al amanecer, volver a resurgir en todo su esplendor. Es como si la misericordia de Dios diera a todo lo que existe en el universo una nueva oportunidad de vivir, pero de otra manera. Así me lo recuerdan unos versos del poema TRIGO ERRANTE: OLOR a tierra y surco en el barbecho, / a campo donde el musgo se libera / de la escarcha y el hielo. / Es la sed de la nieve / donde se vierte la lenta página/ del tiempo./ Todo renueva/ su retorno como el frío/ y huye luego hasta la altura/ de la piedra, y vuelve/ con invencibles alas. Viene/ hasta mí, se esconde en mí,/ se adentra en mí,/ vestido el trigo errante/ de inocente caricia".

Cada poema combina las palabras con tal perfección, enseñándote la belleza de las piedras, los ríos, la nieve, la vida de los pájaros o de los insectos. Casi puedes aspirar el olor a campo, a musgo, a nieve... Te permiten vislumbrar desde las alturas de las cumbres de Gredos, yacer en el Tormes, meditar en la ancha Catilla... Sin embargo, aun cuando la metáfora juega su papel y te sumerge en la realidad circundante, la del día a día, deslumbrándote con sus paisajes, en medio de toda esta metáfora, justo cuando te zambulles en ella y penetras en lo profundo de su ser, te encuentras con el galope del tiempo que va desbocado y furioso, dejando sus huellas aun en medio del renacer en otoño, a pesar de seguir buscando entre la niebla.

El paso del tiempo hace vislumbrar por momentos el ocaso que otrora era lejano. Ya lo dice el poeta en HACIA EL OCASO: "... Somos un devenir amargo,/ una prisión de amor, un impreciso desdén de soledad. Nos llena/ el corazón de dudas imposibles y de ocasos cansados". (fragmento)

El conjunto de poemas nos condensa todos los efectos del tiempo en la existencia del hombre. Muñoz Quirós nos hace toda una radiografía del sentir del hombre con la llegada del CAMINO DE IDA: "VOY muchas veces a zaga de mí mismo,/ persiguiéndome, acechándome siempre./ No veo el sentido que tiene todo este vivir/ en el vacío, en el hondo pozo de mis días./ Voy, lo sé, sacrificando/ todo por ser, por existir, por estar cerca/ de espejos invisibles y caídos./ Frágil es el camino que no retorna nunca".

Pero también nos otorga la receta para amortiguar la nostalgia mientras se transita por las fechas imparables: "ESA es la diferencia: el dócil canto/ de lo más callado, la insignificante/ mirada de la tarde cuando cae lentamente./ Aprender a mirarlo con sorpresa constante,/ con una renovada gratitud,/ con un sonido de pájaros/ que escapan hasta la altura de los árboles/ y anidan, por costumbre, entre las ramas./ Esa es la diferencia: la quietud/ que provoca cuando todo parece que se esconde/ entrañado en la inmensa mansedumbre/ que te regalan los momentos del alma. Saber/ la trascendencia de los signos/ que atraviesan la noche. El lenguaje de una encina/ caída en el yerto cansancio de los campos./ La gris materia de la piedra. Y la voz de los siglos/ que ha dejado sus sílabas al borde de los labios/ de los libros del tiempo. Esa es la diferencia:/ tener donde aferrarse sin miedo a que el derrumbe/ de lo más verdadero nos contenga en sus manos,/ y después conocer, aprendido ya su código,/ las claves que nos abren la memoria del mundo".

Y así en un continuo enfrentarse al "MIEDO allí/ asustando a las ramas/ de este jardín sin pájaros...", a la Llegada del invierno que "HA traspasado el muro/ la tensa/ claridad/ que precipita lo que alumbra. Pues "DESDEÑÁNDOSE todo se reduce/ a la sombra. No hay realidad. No hay fuego/ en esa brasa, nadie asoma por los rincones/ de un espejo partido. Intensidad/ y miedo. Sumergido en la brizna/ dorada y dócil, calma. Enturbiándose/ escarba en la memoria y se detiene/ en un segundo solo, en un instante, en poco./ Y al mirar contamina lo que roza. reflejos de cristal./ No hay respuesta; muere naciendo./ Muere habitante de nada... Vuelve a ver la luz que le permite seguir resistiendo como un resiliente en medio de las piedras: "Resurge el fruto, fría de estar en el portal/ del frío".

LOCUS STANDI es un libro que merece ser leído porque contiene las esencias y sentires del poeta abulense, pero, quién sabe, también el sentir de cada uno porque todo poeta refleja la realidad donde está inserto. Es un vocero de lo cotidiano y de lo universal.

Estas son solo unas impresiones muy personales.

El libro ha sido publicado por la Editorial Polibea (Madrid, 2016, pp. 84). La presentación contó con el auspicio de las áreas de cultura de la Junta de Castilla y León y del Ayuntamiento de Ávila.

Texto y foto de Jacqueline Alencar

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