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La música en el Béjar decimonónico a través de la prensa de la época
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BANDAS, ORQUESTAS, COROS Y LECCIONES DE MÚSICA

La música en el Béjar decimonónico a través de la prensa de la época

Actualizado 18/08/2016
Josefa Montero García

La música formó parte de los principales actos sociales, políticos y eclesiásticos de la ciudad, fue signo de educación, posición y cultura

Resulta difícil imaginar un mundo en el que sólo había música en directo. Sin embargo, así era la Béjar decimonónica, donde convivían varias bandas, orquestas y coros y se impartían abundantes lecciones de música, cuyo aprendizaje "adornaba" a la juventud de la época. Seguramente nuestros antepasados valoraban más este arte que los que estamos solo a un click de nuestras canciones favoritas.

Las bandas de música solemnizaban los principales actos y alegraban a los paseantes del parque con sus pasodobles, valses, jotas y mazurcas. Alternaban con los discursos en las entregas de premios de los centros escolares y acompañaban a todas las procesiones y actos políticos. Como ejemplo tenemos la ceremonia anual de la comunión de los niños de las escuelas públicas, que iban juntos en procesión a la iglesia, acompañados por las autoridades y la banda de Gonzalo Martín o Enrique Hernández.

'Materia de adorno'

La música solía considerarse "materia de adorno" en los buenos colegios, junto con el dibujo y el francés. El Porvenir alababa en 1874 a Rosario Montánchez, que dirigía en Béjar un colegio femenino responsable, según la publicación, de la esmerada educación de las bejaranas más distinguidas. Los periodistas resaltaban que las jóvenes recibían allí una instrucción general y se las preparaba para "los cuidados y afanes del hogar" y para la vida de sociedad. Las clases de piano "y demás asignaturas de adorno" eran imprescindibles para asegurar "la más bella posición que un buen padre puede legar a sus hijas". En algunos colegios estas materias se pagaban aparte.

También destacaba la enseñanza de la música a nivel profesional, como muestran los anuncios de la prensa. Así, en La Locomotora se anunciaba en 1889 una academia musical, donde el profesor Emilio Merás impartía solfeo y violín en la céntrica Calle Pardiñas. Sabemos también que el joven abogado Rufino Agero Brochín enseñó piano al menos a Carmen García Ferreras, que terminó con sobresaliente sus exámenes en el Conservatorio de Madrid.

En los actos políticos

Había música en los actos políticos, como el primer aniversario de la "Revolución Gloriosa". El Ayuntamiento Popular de Béjar organizó "fiestas cívicas" el 28 y 29 de septiembre de 1869, el primer día para rogar por los héroes fallecidos y el segundo "de regocijo público". Hubo misas y responsos cantados, bailes públicos, iluminaciones y fuegos artificiales; de esta forma, según el periódico republicano La Alianza del pueblo, Béjar correspondía "como siempre, a las pruebas que tiene dadas de ser un pueblo de ilustración y cordura y de orden". La publicación subrayaba que eran días de alegría para un pueblo que siempre luchó contra los tiranos.

El piano reinaba en el ambiente doméstico de la burguesía bejarana. Lo tocaban especialmente las jóvenes, que intercambiaban partituras, como ahora hacemos con archivos electrónicos y no hace mucho con discos y cintas de cassette. Muchas revistas incluían cuadernillos por entregas, con las últimas novedades para piano y anunciaban las casas de música, a donde podían solicitarse partituras de moda enviando el importe en sellos de correos. En noviembre de 1874 se anunciaba en El Porvenir un magnífico piano vertical "nuevo, sin uso alguno", adquirido en la última exposición de Madrid y se describían minuciosamente las características del instrumento.

La música en las iglesias

La música era esencial en los templos y en los actos que se organizaban para quienes no podían acudir a ellos. Durante los cultos intervenían coros y orquestas, con piezas e intérpretes prestigiosos, como el violinista Ángel Piñuela, que en 1879 residía en Béjar y dirigió en El Salvador una misa del famoso maestro salmantino Manuel Doyagüe, para ocho voces y "toda orquesta". A finales del siglo XIX, Rufino Agero Brochín dirigía también obras propias y de los principales compositores en los templos de Béjar. Fuera de ellos, se aseguraba el cumplimiento pascual de enfermos y presos llevándoles en procesión la comunión. Según La Victoria, en abril de 1900, la más concurrida de estas procesiones era la de la Parroquia de San Juan "por llevar música". Ese año, la banda de Gonzalo Martín interpretó varias marchas "con gran sentimiento y afinación".

El teatro destacaba en las ferias y alternaba en la misma función con breves zarzuelas. Como muestra La Locomotora, en octubre de 1889 se estrenó El Enemigo de Echegaray y la zarzuela Tío yo no he sido de Pérez y Rubio, ambas con éxito. Con la afición teatral de nuestros antepasados, concluimos este breve recorrido, que demuestra que en el Béjar decimonónico hubo interés por la música y tuvimos compositores e intérpretes de talento. Merece la pena conocer y reivindicar a aquellos maestros.

Josefa Montero García

Presidenta del Centro de Estudios Bejaranos

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