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Un paseo por el mundo de las aves que habitan en Béjar y sus alrededores
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TURISMO ORNITOLÓGICO

Un paseo por el mundo de las aves que habitan en Béjar y sus alrededores

Actualizado 17/08/2016
Óscar Rivadeneyra

La ornitología, reclamo turístico para la zona de la sierra de Béjar por la variedad de sus paisajes

En la vecina comunidad autónoma de Extremadura, con la que tantas relaciones históricas, geográficas y ambientales, tiene la comarca de Béjar, el llamado turismo ornitológico lleva siendo desde hace bastantes años un recurso no solo atractivo y sugerente para el usuario sino también muy rentable para quienes se dedican a explotarlo y promocionarlo. Las particulares condiciones ambientales y climáticas de esa región han convertido a sus espacios naturales en una de las mecas de la ornitología de Europa. La región de la sierra de Béjar, sin alcanzar la densidad y variedad de ciertas partes de Extremadura, alberga también una diversidad y número de especies de aves considerable, debido a la notable diferenciación que se da entre sus paisajes: desde la alta montaña de la cumbre del Calvitero hasta el valle del Sangusín pasando por las masas de bosque atlántico tan características de la región. Esta complejidad de terrenos permite al aficionado a las aves, desplazándose pocos kilómetros y durante una misma jornada, ver una variada serie de especies.

En realidad no es necesario salir del casco urbano de Béjar para poder observar algún ave sugerente, además de los sempiternos gorriones. Así el cernícalo primilla (Falco naumanni), un pequeño halcón de color canela y bullicioso vuelo, preside los cielos de la ciudad en los meses de verano, siendo muy considerable la colonia que albergan los tejados de las modernas edificaciones de la Corredera. Así mismo una paciente mirada desde la orilla del río Cuerpo de Hombre en el parque de la Aliseda nos permitirá contemplar al mirlo acuático (Cinclus cinclus), pequeña ave ligada a los cursos de agua con capacidades sorprendentes como la de anidar detrás de las cascadas, bucear e incluso andar por el fondo de los ríos en busca de larvas, su alimento preferido.

Desde Béjar, en unos pocos minutos podremos desplazarnos hasta el mencionado valle de Sangusín, la zona de menor altitud del entorno y por lo tanto la más templada. Esta circunstancia, junto con su vegetación de fresnedas y encinares adehesados, hace de su espacio una zona ideal para contemplar en su hábitat aves de difícil localización en otras partes. Destacamos al alcaudón común (Lanius senator), al abejaruco (Merops apiaster), la cogujada (Galerida cristata), o el triguero (Miliaria calandra). Además en sus cielos es posible contemplar el vuelo de rapaces como el buitre leonado (Gyps fulvus), el muy frecuente milano real (Milvus milvus), la culebrera europea (Circaetus gallicus) o la aguililla calzada (Hieraaetus pennatus). Los pequeños humedades que se conservan en este valle permiten que la zona sea también visitada por aves acuáticas como la garza real (Ardea cinerea), la grulla (Grus grus) o el andarríos (Actitis hypoleucos).

Otra opción es desplazarse desde Béjar hacia las zonas de mayor altitud, situadas al sur de la ciudad, recorrer los densos bosques de roble melojo y de castaño para detectar casi sin quererlo una buena colección de aves adaptadas a tan frondoso terreno. En todas las épocas veremos distintos pájaros carpinteros como el pico picapinos (Dendrocopos major), el pico menor (Dendrocopos minor), o el pito real (Picus viridis). Arrendajos (Garrulus glandarius) o mirlos (Turdus merula) nos saldrán al paso en cualquier excursión por estos bosques. Y en verano no será difícil que detectemos el hermoso canto de los ruiseñores (Luscinia megarhynchos) o de las oropéndolas (Oriolus oriolus). Antes de dar el salto hasta la alta montaña debemos detenernos una vez más a las orillas del río Cuerpo de Hombre, en el entorno de Candelario o en las de cualquiera de las gargantas que descienden hacia él. Sus bosques de ribera formados por alisedas, avellanares, fresnedas y saucedas, y en los que también aparecen manchas de abedules y acebos, son el lugar perfecto para contemplar alguno de los pájaros más singulares como el ya mencionado mirlo acuático, junto con diversos tipos de lavanderas o el inquieto lúgano (Carduelis spinus). La zona más elevada de la sierra, en tanto lugar de particulares y extremas condiciones climáticas, no será la que más densidad de aves albergará, pero estas, fuertemente adaptadas a tales condiciones, representan un tesoro de particular importancia: entre los piornos y los neveros podremos observar al acentor alpino (Prunella collaris), al roquero rojo (Monticola saxatilis) o al bellísimo pechiazul (Luscinia svecica).

Estas, y muchas otras aves deben ser reclamo del cada vez más extendido turismo ornitológico, también en la región y la comarca de Béjar.

Óscar Rivadeneyra

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

BUENO HERNÁNDEZ, Raúl: Las aves de la sierra de Béjar. Raúl Bueno; Madrid 2000

JUANA, Eduardo de y VALERA, Juan M.: Aves de España. Lynx Edicions, SEO Birdlife. Bellaterra 2005

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