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Miguel Aparicio, el barquillero
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TRADICIONES ALBENSES

Miguel Aparicio, el barquillero

Actualizado 19/06/2016
Roberto Jiménez

Continúa con un legado familiar histórico elaborando artesanalmente barquillos y obleas

A pesar de ser sobradamente conocido en la villa ducal, el barquillero albense, Miguel Aparicio, es siempre una de las grandes atracciones de la Feria de San Antonio. El éxito de su participación en la feria no es fruto de la casualidad, sino de su valentía en mostrar en la calle, ante su gente y ante muchos foráneos, lo que habitualmente hace en casa.

"Después de muchos años en la elaboración artesanal del barquillo y la oblea, muchas personas piensan que la barquillera está llena de productos que yo compro", explica Miguel mientras prepara la mezcla a base de agua, harina, azúcar, aceite, que más tarde verterá en la plancha.

Una pequeña habitación, la radio de fondo, un horno y mucha paciencia para elaborar de forma individual y totalmente artesanal cada uno de los barquillos. "La mezcla está perfecta", dice Miguel "porque ha aguantado sin romperse las primeras pruebas en la plancha contactando con el fuego". Sin romperse también aguanta Miguel en esta pequeña habitación, que mientras dura el proceso puede alcanzar fácilmente los 30 grados de temperatura. "En total, puedo pasar seis horas diarias aquí", añade Aparicio.

A partir de ese momento, el mismo proceso para cada unidad: se vierte la masa bien batida en una de las partes de la plancha, se calienta entre dos planchas de hierro y se hornea con el punto exacto. Rápidamente llega una de las partes más delicadas, con la masa aun caliente y la plancha ardiendo, Miguel enrolla la masa con la ayuda de una madera en forma de canuto. Ya está, tenemos el primer barquillo.

El oficio se lo debe a su padre, Miguel Aparicio Cuesta, que no le permitía que hiciese barquillos. Nuestro protagonista aprendió viendo a su padre y después de su fallecimiento comenzó con su elaboración. Sin embargo, Aparicio admite que "las obleas, sí que las realizaba ya en presencia de su padre". Unas obleas, que llevan una masa diferente con menos azúcar, un poco de sacarina y vainilla liquida pura, el producto que da un sabor característico a sus obleas, cuya elaboración es menos compleja que la del barquillo.

Una profesión en el olvido

La profesión de barquillero perteneció al conjunto de profesiones ambulantes, al igual que el aguador, el heladero, que se ejercieron durante buena parte del siglo veinte.

Una barquillera centenaria, atracción para los más pequeños

La imagen del barquillero con el recipiente para guardar sus barquillos es una de las estampas históricas de la Plaza Mayor de Alba de Tormes. De color rojo, con una tapa que aloja una ruleta, que determinaba el número de barquillos que correspondían por tirada. Un juego que con el paso del tiempo se ha ido diluyendo pero que era habitual en el pasado.

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