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Parada en la fuente
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TERESA, LA JARDINERA DE LA LUZ

Parada en la fuente

Actualizado 17/04/2016
Redacción

LA FUENTE DE SAN ESTEBAN | Nuevo éxito en la representación teatral de la obra sobre Santa Teresa de Jesús

Seguramente a Teresa de Jesús le encantaban las paradas de este tipo: en las fuentes, manantiales o ríos que los tantos y tantos caminos por los que anduvo le ofrecían. Es muy gratificante cuando el caminante se siente cansado o sediento, encontrar agua fresca con la que aliviar su viaje. No sólo reconforta, sino que además es una excusa perfecta para hacer un alto en el "largo y duro camino". Estas son algunas de las palabras con las que se inicia "Teresa, la jardinera de la luz". Poco se podría decir de esta obra, dado el elevado número de representaciones por ella alcanzadas. Pero al igual que siempre se encuentran detalles y matices distintos cuando se ve en varias ocasiones, bien es cierto también que siempre parece distinta por la enorme complicidad que alcanza con el público de las localidades a las que llega, o incluso con éstas.

El productor de la obra, Javier de Prado, apostó desde un principio por los altares de las iglesias como escenarios naturales para "Teresa, la jardinera de la luz", por estar estos espacios tan impregnados de todo el compendio de vidas que allí se han reunido a lo largo de los tiempos para compartir, en lo bueno y en lo malo, todo lo que éstas han supuesto. Es indudable que el acierto ha sido rotundo, pues los espectadores han sabido valorar y entender lo que este tipo de escenarios suponen para esta puesta en escena, a la vez que para ellos. Y así de la mano de un excelente guión de Denis Rafter, que atiende a momentos claves en la vida de Teresa, el público asistente se abstrae ante la concisa y sencilla belleza de los pocos cuadros escénicos a través de los que unas hermanas carmelitas nos pasean con infinidad de quiebros y emociones por la vida de su madre.

Brillante trabajo

Este sábado, 16 de abril de 2016, el grupo de teatro Lazarillo de Tormes, responsable brillante del trabajo que nos ocupa, llegó también a una "fuente". Nos referimos a La Fuente de San Esteban. Curiosamente en esta fecha, estos actores llegan a la función 116 de esta obra. Dicen que en este pueblo, y en época romana, existió una fuente con un brocal hermoso, de la que se tiene constancia, aunque ya no exista como en sus orígenes. Pero sí sería sin duda, emblema de excepción para los habitantes de este lugar, que al igual que la fuente de la que hace gala su topónimo, son acogedores y siempre hermanados en sus fiestas y tradiciones que comparten con gran alegría y absoluta generosidad con los que a su pueblo se acercan. Enmarcado en una zona de rica agricultura y no menos famosa ganadería, La Fuente de San Esteban recibe con la prodigalidad de la riqueza que le circunda a cualquier viajero que en esta tierra recala.

Su iglesia parroquial, originaria del siglo XI, aunque con reformas de otras épocas nos habla también de la antiquísima historia de esta localidad. Allí dentro, nuestras famosas monjas de "Teresa, la jardinera de la luz", frente al padre dominico que ante ellas, esgrime erróneos argumentos en contra de su madre, presentaron a este público, a una mujer, que venida de otro tiempo, el siglo XVI, podría conectar perfectamente con sus vidas. Un ser humano, fuerte y enamorada de un Jesús de Nazaret, y que transforma su relación con él en algo cercano, mediante una oración que alimenta y vivifica como el agua de cualquier fuente. Transmite una luz tan grande como la que los habitantes de La Fuente celebran todos los años por La Candelaria, y que los aúna en una complicidad fraterna, como la que muestran las carmelitas en defensa de Teresa. No hay mal que nos afecte cuando la verdad está en nosotros. Éste es el mensaje que hace fuerte a estas mujeres, que gracias a otra, su madre, aprendieron a ser libres, por amor a lo más sublime, el misterio del Cristo humano entregado por el Padre. La Fuente de San Esteban se emociona ante esto, al percibir que otra de las más ancestrales de sus fiestas, la del Corpus Christi, que también comparten en total hermandad, hace referencia a este hecho.

La profundidad de las huellas de esta "andariega", coincide con la misma fuerza con la que las pisadas de San Francisco de Asís dejaron también por estos mismos caminos cuatro siglos atrás. En este rincón de la tierra charra, esta emotiva representación teatral en torno a Teresa de Jesús, encuentra un terreno abonado para ser comprendida en su totalidad. Zona de cruce de caminos, de cuyo antaño importante ferrocarril dio testimonio, este pueblo de la comarca de Yeltes, comprendió emocionado ante la profesional interpretación de los actores aficionados de Lazarillo de Tormes, todas las claves en las que esta inigualable mujer configuró su vida de servicio y entrega, en la que a pesar de su elevada formación intelectual, nunca dejó de lado a sus hermanas. Escenas conventuales que provocan la risa, hermosísimos poemas de amor a Dios escritos por ella, cartas reivindicativas a los poderosos de la tierra y sobre todo un fuerte espíritu caminante que la impelía a fundar y fundar nuevos conventos, se resume en apenas una hora.

Las palabras, así como el agua o la luz, son esenciales en la vida de la carmelita. Sin embargo, otro valor, el del silencio de la entrega, quedan plasmados a lo largo de la obra gracias a la difícil interpretación que lleva a cabo Lola Pérez, actriz que encarna a la hermana Francisca y que de forma imperceptible, con la humildad del propio San Francisco, que por aquí pasara también, se mueve por escena, sin apenas ser notada, para atender a las necesidades de sus hermanas o de la madre moribunda. En ella también vemos a una Teresa, que sin palabras y pendiente de los demás, ama a Dios con un entendimiento inquebrantable.

El santo patrón de este pueblo, San Esteban, estaría orgulloso de ver como las gentes que le han hecho esta deferencia, ofreciéndole la "riqueza de su fuente" aplaudieron en "Teresa, la jardinera de la luz", una vida terrenal que con lealtad y entrega recorrió un camino que lleva a lo que de verdad merece la pena. Quizá también, por lo mismo, al finalizar la obra, el párroco del pueblo, don José, comunicó a sus feligreses que la representación de "Teresa, la jardinera de la luz", pasaría a formar parte de los Anales de la iglesia parroquial de La Fuente de San Esteban.

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