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La verdad está ahí fuera
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La verdad está ahí fuera

Actualizado 29/01/2016
Manuel Rodríguez Fraile

Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada.

Desgraciadamente, la isla de Lesbos está de actualidad, pero ya desde antiguo ha estado rodeada de mitos y leyendas. Cuentan que allí vivía un poco agraciado joven llamado Faón. Faón, se ganaba la vida transportando mercancías y personas desde la isla a las costas del continente. Una tarde, cansado de trajinar durante todo el día, reposaba junto al embarcadero cuando se la acercó un anciana pobre, sucia y desarrapada que le rogo que la llevará hasta la costa advirtiéndole que no podría pagarle. Faón se sintió conmovido, la ayudo a subir a la barca y la llevo hasta donde le había solicitado entregándole, además, algunas monedas que llevaba en su bolsillo para que pudiera continuar su viaje.

Al despedirse la anciana le entrego un tarro de perfume rogándole que lo aceptara. De regreso a Lesbos, Faón remaba si prisa, tomándose un respiro quiso satisfacer su curiosidad y abrió el tarro. El olor era intenso y embriagador así que se echó un poco en las manos y se refrescó la cara, en ese instante se convirtió en el hombre más hermoso e irresistible de la Tierra y comprendió que aquella anciana era en realidad la diosa Afrodita que le había puesto a prueba. También cuentan que en algún lugar de Lesbos nació la poetisa griega Safo que enamorada perdidamente de bello Faón terminó por suicidarse arrojándose a los acantilados.

Pero hoy ya no hay barqueros que desinteresadamente transporten a la gente, su lugar lo ocupan mafias desalmadas que roban a los que huyen de la pobreza o la guerra todo lo que poseen. H[Img #539118]oy en la bella isla de Lesbos se hacinan miles de familias que quieren llegar hasta algún lugar donde la vida les dé la oportunidad de poder construir un proyecto de vida digna. Hoy Lesbos es un inmenso campo de refugiados al que no quieren mirar los países europeos por no verse obligados a reconocer públicamente sus vergüenzas y el fracaso de su proyecto común. Hoy los "visitantes obligados" de Lesbos llegan a cualquier hora del día o de la noche en frágiles embarcaciones, en balsas, que apenas se mantienen a flote ? ya no hay jóvenes Faones que les ayuden - y miles de ellos mueren ahogados en sus aguas antes de alcanzar la costa Cuentan que en la isla ya no hay sitio para enterrar a los muertos. Ojalá que al menos Safo sea capaz de calmar su dolor entonando para ellos hermosas poesías.

Dicen también, que los recién llegados sobreviven gracias a su obstinación en vivir, a la ayuda de algunas ONG, al auxilio de muchos voluntarios y a la generosidad de los vecinos de la isla ¿dónde está la Comunidad Europea? ¿dónde está la Comunidad Internacional? ¿son de nuevo los ciudadanos de a pie los que deben enmendarles la plana? De los 17.000 refugiados que aceptó traer el Gobierno español sólo 18 están ya aquí ¡Qué coño ? con perdón ? están haciendo nuestros responsables mientras mantienen este país con "encefalograma plano" enfrascados en un interminable juego de tronos, que se limita a criticar lo que hacen los demás, permitiendo que la naciente ilusión ciudadana por el cambio se desinfle como un suflé mal horneado!

Como afirmaba la popular serie de Expedientes X, actualmente repuesta: La verdad - señores y señoras - está ahí fuera. Si Europa lleva meses hablando de crisis de refugiados ¿por qué no ha puesto en marcha ya un gabinete de crisis? ¿por qué no existen mecanismos de coordinación? ¿por qué los que tienen poder para hacer algo no hacen nada? ¿por qué nadie da la cara? A caso Afrodita nos esté poniendo a prueba.

Hombres y mujeres, niños y jóvenes, ancianos y enfermos, llegan con hambre, con miedo, con hipotermia y vómitos, en estado de shock, con crisis de ansiedad, aunque manteniendo en el fondo de sus corazones la ilusión de haber llegado, pero desconociendo cuál será su futuro. Los refugiados sólo piden una cosa, sólo una: quieren vivir. Volver a empezar en algún lugar y tal vez, sólo tal vez, regresar algún día a su tierra.

El ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) hace lo que puede pero falta espacio, faltan medios, falta financiación y sobretodo falta voluntad política. De nuevo me vienen a la memoria los versos del escritor uruguayo Eduardo Galeano: Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies que cuestan menos que la bala que los mata.

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