Marcar la diferencia

Jane Morris Goodall, la primatóloga y antropóloga inglesa dijo: lo que haces marca la diferencia, y tienes que decidir qué tipo de diferencia quieres marcar. No lo que dices, ni lo que piensas, ni lo que deseas, tampoco lo que escribes, sólo lo que haces marca la diferencia, todo lo demás puede estar lleno de buenas intenciones, pero quedará únicamente en eso si la acción no lo acompaña.

En los primeros días de este recién estrenado 2016, vuelven a resonar los tambores de nuevas elecciones en Cataluña y puede que también a nivel nacional ¿por qué? Pues en mi opinión tienen mucho que ver con lo dicho por Morris se hacen pocas cosas aunque todos los actores parecen estar cargados de intenciones tal vez éstas, no sean tan buenas.

En Cataluña la cosa no está nada clara, unos no proponen solución alguna que no pase por "consagrar" a Artur Más como Presidente Autonómico y otros, la CUP, no están por esta opción, al menos una parte significativa que logro un rocambolesco empate. Está claro que el Presidente en funciones, ya logro desunir a Convergencia y Unión, está consiguiendo ahora desarticular también a la CUP lo que me lleva a pensar que ese proceso independentista con el que se llena la boca le importa mucho menos que el seguir ejerciendo el poder en Cataluña. Hablan de negociar pero la realidad es que tratan de imponer y eso no es bueno para ninguna de la partes. Si por fin hay elecciones no dudo que los catalanes valoraran con acierto de que pie cojea cada una de las candidaturas.

Por otro lado, dicen que puede haber, de nuevo, elecciones nacionales. Si es así, mi voto será el mismo. Visto lo visto creo que en esta ocasión si se llega a dar, sería justo dar a Podemos un voto de castigo. De castigo por arrogancia, por prepotencia, por querer hacerse con los "servicios" de destacados militares, mediáticos ex-miembros de UPyD, o intentar fichar primeros espadas como Alberto Garzón, pero sólo a él, quizás porque para este muevo partido de meteórico despegue, el resto de Izquierda Unida no está a la altura de su élite dirigente. Pues se equivocaron, el rechazo a la propuesta de Grazón nos ha privado a todos de una buena alternativa. Los expertos en estas cuestiones afirman que de haber ido junto hubiera obtenido 20 escaños más y por tanto superado al PSOE, que fue siempre la condición que Pablo Iglesia esgrimía para pactar. En esta condicionalidad se percibe también un aire de pedantería: pactar sí, pero sólo si yo estoy por encima.

En definitiva que, al menos yo, voy de decepción en decepción, todo eso de la necesidad de regeneración política es completamente cierto pero si por desgracia los viejos actores parece que no están legitimados para realizarla, los nuevos tampoco. Intenciones poco claras, mucha marejada de fondo, intereses partidistas que se anteponen al interés común, frases redundantes y poco muy pocos hechos concretos que hagan posible un pacto en beneficio de los ciudadanos que tendrán que mostrar de nuevo su opinión sobre las viejas y las nuevas propuestas que se realicen a sabiendas que las promesas electorales son sólo eso, promesas. La lucha es por el poder no por nosostros, por el control no por el ejercicio de un servicio público ¿cambiará alguna vez esto?.

El político Winston Churchill afirmaba que la política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces. Y la pregunta es ¿Cuántos y quiénes serán los muertos de este nuevo clima político? ¿Serán los de siempre?