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“Salamanca es mi ‘casa matriz’, la que nutre y completa mi periplo vital”
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MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO, POETA HISPANO-ARGENTINA

“Salamanca es mi ‘casa matriz’, la que nutre y completa mi periplo vital”

Actualizado 07/01/2016
Redacción

"Para mí escribir poesía es un acto de supervivencia, instintivo como una necesidad", confiesa la poeta bonaerense radicada en Roma, invitada especial en el XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos por haber quedado entre los 20 finalistas del II Premio

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Publicamos la entrevista realizada a Marisa Martínez Pérsico (Buenos Aires, 1978). Es doctora en Filología Hispánica. Enseña, desde 2010, Lengua y Literaturas Hispánicas en diversas universidades italianas. Con 18 años escribió su primer poemario, Las voces de las hojas (Baobab, 1998), que recibió dos años antes el Primer Premio en el Certamen "Río de la Plata II". Luego publicó Poética ambulante (2003), Los pliegos obtusos (2004) y La única puerta era la tuya (Verbum, Madrid, 2015), libro por el que resultó finalista del II Premio Internacional de Poesía "Pilar Fernández Labrador". Codirige la revista Cuadernos del Hipogrifo y ha publicado cinco monografías y más de sesenta artículos científicos sobre lengua española, literatura española e hispanoamericana en revistas de Europa y América.

Su libro 'La única puerta era la tuya' le ha traído de vuelta a esta ciudad en cuya universidad realizó el doctorado. ¿Qué emociones le ha generado este retorno?

La 'ciudad dorada' es para mí un regreso a las fuentes y una promesa. En Salamanca estudié dos años de una Licenciatura en Filosofía, hice cursos de Filología Hispánica, un Máster en Estudios Latinoamericanos, obtuve el Diploma de Estudios Avanzados y el Doctorado. Muchas de mis amistades (y afectos) más entrañables nacieron [Img #524905]en los claustros de su universidad o en sus colegios mayores. Allí enseñan muchos de mis maestros de referencia (y mi guía por antonomasia, Carmen Ruiz Barrionuevo). Allí conocí a José Emilio Pacheco y a Óscar Hahn: el contacto con sus versos vivos me impresionó hondamente y me afirmó en mi voluntad de escritura. Como dije durante la presentación en el Aula Magna de Filología, Salamanca es mi 'casa matriz', la que nutre y completa mi periplo vital iniciado en Buenos Aires. Y entiendo 'matriz' en todas sus posibles acepciones: como útero, como entidad generadora de criaturas, como molde. En la minería, la matriz es la roca en cuyo interior se ha formado un mineral. También está relacionada con la escritura: es el instrumento que queda en el oficio o protocolo para poder cotejar el original y las copias. Llamar a Salamanca 'casa matriz' puede resultar curioso, pero mi padre era ingeniero y heredé de él una serie de locuciones del ámbito de la metalurgia y de las turbomáquinas, por eso para mí es natural ?y hasta poético? hablar de 'cantidades industriales', 'sistemas de enfriamiento' o 'engranajes cónicos'... Él llamaba 'código de barras' a las manchas de las vacas Holando-Argentino ?esa raza de pelaje blanco con pintas negras que pastorea en la pampa?; gracias a él recibí un precoz entrenamiento en la acuñación de metáforas. Pero volviendo a tu pregunta, viajar a Salamanca es regresar al hogar, acariciar mi historia en cada piedra, renovar aventuras. En mi vida, esta ciudad tiene un poder genesíaco.

Ha sido una de las invitadas del XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, ¿cuál el balance general que hace del mismo?

Impecable. Organización meticulosa, calidez de los organizadores, camaradería de los artistas involucrados. Los organizadores nos han cuidado en cada detalle, desde el aspecto artístico hasta el logístico. Cuán necesario es tener mecenas culturales de esta envergadura. Cuán imprescindibles ciertas personas con sensibilidad poética y altruismo para llevar adelante estos proyectos. Quiero destacar la generosa labor de Alfredo Pérez Alencart, coordinador del evento, y de su esposa Jacqueline Alencar Polanco, como asistente de organización. También agradezco a las profesoras María de los Ángeles Pérez López y Eva Guerrero Guerrero, así como a las autoridades gubernamentales de la Ciudad, por poner a disposición de los poetas su infraestructura, tiempo y recursos, materiales o intelectuales.

¿Y desde el plano personal? ¿Le ha resultado satisfactorio?

Satisfactorio y prolífico. Conocí poetas de diversas "latitudes del español" con quienes sigo en contacto, intercambiando versos e ideas. Gracias al XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos recibí propuestas de publicación y de participación en proyectos, que ahora mismo estoy compatibilizando con mis actividades docentes en Italia. Me invitaron a publicar en el próximo número 4 de la revista portuguesa Cintilações da Sombra, editada en Lisboa por el escritor Víctor Oliveira Mateus. Un poeta de Baena radicado en Almería, José Antonio Santano, integrante de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios de Andalucía, se puso en contacto conmigo a través de la Organización del Encuentro pues está preparando una antología poética latinoamericana (nacidos entre 1970-1985), para solicitarme una selección de veinte poemas de distintos libros. Y lo más curioso para mí es que a partir de este Encuentro tuve mi primera incursión como letrista de canciones. En el Encuentro también participaron poetas y músicos israelíes, entre ellos el cantante/guitarrista Asi Meskin, quien actualmente se encuentra musicalizando poemas de escritores de lengua hebrea (Margalit Matitiahu, Gay Gaynar, Varda Genossar) y de lengua española (Alfredo Pérez Alencart y yo). Ha puesto música a mis versos de "La única puerta era la tuya / The only door was yours", "Pequeñas muertes provisorias / Elephant (Small provisional deaths), "Puro cuerpo / Pure body", "Heridas y milagros / Wounds and miracles". Una versión acústica de estas canciones, todavía como work-in-progress, se puede escuchar a través de YouTube. Es toda una novedad esto de traducir mis poemas al inglés y de hacer los arreglos métricos de la lírica para ajustarla al ritmo. Después del Encuentro, algunos escritores participamos, también, en el Festival Poético organizado por la Universidad Complutense de Madrid y la Editorial Verbum. Saber de primera mano lo que se está creando, hoy, en ambas orillas del idioma, me enriquece y estimula.

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¿Qué nos dice de León Felipe y de Juan Ruiz Peña, los homenajeados?

Hablar de otros poetas, para alguien que escribe, implica necesariamente ponerlos en relación con las propias afinidades y elecciones. Es la [quizás involuntaria] carencia de neutralidad del "crítico practicante" de la que hablaba T. S. Eliot. Sobre León Felipe puedo decirte que sus temas y estilo no son los míos, pero que soy receptiva a sus preocupaciones. Sus poemas de vehemencia mística o su republicanismo militante, ese fluir del verso cortado por exclamaciones y vocativos logran conmoverme (y despertarme, como quería Antonio Machado). Cosa muy diferente me sucede con Juan Ruiz Peña, cuya pesquisa luminosa de la imagen es muy mía. Imágenes aliterativas de su libro Versos juntos como "relámpago de nieve entre las ramas", "escarcha fría de plateados troncos" o "es viento atroz la dura luz sombría del ámbito rocoso" reflejan mis búsquedas expresivas con el idioma, mi propio abrevar en las fuentes clásicas de una tradición que nos pertenece a ambos.

¿Podría hablarnos de las vertientes de su obra poética y de cuál es la temática que más le motiva en su escritura?

Mi poesía busca acercarse a la música, quizás por influencia de mis estudios adolescentes de piano y solfeo. Fui consciente de esto hace poco, mientras leía uno de los primeros textos prosísticos de Lorca, "Impresiones y paisajes", donde el poeta/pianista Federico describe los paisajes de Andalucía y de Castilla como si los accidentes geográficos y los edificios fueran notaciones de pentagrama. Yo tengo una prehistoria musical anterior a las letras: tras años de recitar puntillos, ligaduras, corcheas y semifusas para "encajarlos" en el molde de los compases, internalicé un sentido del ritmo que impactó, yo creo, en la medida de mis versos. Cuando en noviembre presenté mi libro en la Libreria Spagnola de Roma, una persona del público me dijo que quitando el sonido se perdía sentido. Y creo que es así, por ejemplo, en los poemas eróticos, donde las aliteraciones, cesuras y asonancias "acompañan" el movimiento de los cuerpos como en una danza. La puesta en primer plano del cuerpo como sustancia inseparable del pensamiento y del espíritu es una temática que me motiva. Intento [Img #524911]rebatir los dualismos soma/psiquis, materia/idea, res extensa/res cogitans. En el encuentro físico, el cuerpo es una dádiva total e indivisible entre dos seres que coexisten en el tiempo y en el espacio. Es a través del cuerpo como percibimos el mundo, y esta vivencia nos circunstancia y modela: en él pueden leerse las marcas de la historia personal, las experiencias del goce y del dolor, las cicatrices, los tabúes y las propias osadías. ¿Cómo podría el cuerpo no ser siempre "cáliz" ?palabra de carga religiosa y a la vez carnal, tan usada por la poeta uruguaya Delmira Agustini? para ofrendar a un otro, en comunión con él? Esta entrega nunca es perecedera ni banal aunque dure un instante, al menos en mi poesía. También la enfermedad puede ser fuente de clarividencia y de pulsión creativa, las pinturas de Kahlo en su casa de Coyoacán son un ejemplo flagrante. Nietzsche, en "Más allá del bien y del mal", exaltaba la enfermedad como territorio de conocimiento. Otra línea de exploración empieza en mi segundo libro, Poética ambulante: allí rescato micro-ambientes urbanos, busco contar la sensación de fugacidad y de shock en las grandes ciudades, las "escenas robadas" en la calle, la escritura nacida en el vértigo de la vida cotidiana. Para mí se puede crear arte en los "no lugares" del supuesto anonimato como aeropuertos, asientos de transportes públicos, free shops, supermercados. Se pueden componer versos en y acerca de estos espacios. Como escribía Pizarnik, "una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión de mundo", porque la epifanía está en la mirada y no en el escenario. Laura Scarano, profesora de la Universidad de Mar del Plata, habla de "poéticas de lo menor": para ella, el imaginario que sustenta la poesía escrita en castellano en el nuevo milenio, en sus diferentes orillas, se basa en el fragmento de vida, la particularidad de la experiencia y la reivindicación de lo íntimo. Otras características de mi poesía son la búsqueda metódica de la imagen que opera por síntesis, asociación o creación de realidades (dediqué mi tesis doctoral a investigar el Ultraísmo en España y Argentina; sin duda mi interés "científico" por este movimiento está estrechamente ligado a mis intereses creativos), la revalorización del mundo de la infancia y la pérdida de la inocencia (es una de las tensiones que el poeta Fernando Valverde reconoce en mi último libro), la desilusión por el abandono de la fusión simbiótica con otro ser, empezando por la Madre ("Pero anoche llovió y cómo extrañé tus pasteles de membrillo, el fragor de la cuchara contra el plato, tu puñado de bucles"). Combino vocablos y morfologías de distintas variedades del español, por ejemplo, alterno el voseo pronominal y verbal con el tuteo, incluso en un mismo poema, o elijo palabras como "carretel" y "vereda" en lugar de "carrete" y "acera", pero en otras ocasiones prefiero "autobús" y "maleta", de este modo testimonio la experiencia de extraterritorialidad de mi propia biografía (porque escribir poesía es dialogar con tu historia). También suelo usar adverbios, conectores y preposiciones con función sustantiva, desplazando todo el peso del significado a estas clases de palabras que se consideran menos informativas, pero que la poesía puede colmar de sentido. "Todavía", "de todas formas", "entonces", "por eso", "además" concentran la mayor carga semántica del poema.

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¿Cuáles han sido hasta ahora sus poetas esenciales, de referencia?

Empiezo por Alejandra Pizarnik. Su libro "Árbol de Diana" fue una experiencia sin retorno. El juego con los pronombres para reflejar un sujeto poético despedazado me alucinó ("Alguien en mí dormido me come y me bebe", "tal vez me iré sin quedarme", "partió de mí un barco llevándome"). Juan Gelman, con un idiolecto poético tan único, con una lengua que lleva hasta la exasperación el reconocimiento del hablante (¿en sus poemas habla un niño, un extranjero, un inmigrante, un judío, los místicos españoles, todos ellos juntos?). Octavio Paz con su "Libertad bajo palabra" a quien tanto le debo, la poeta peruana Blanca Varela cuando insiste en la imposibilidad de toda duración o cuando apela a puertas y puertos para metaforizar la búsqueda. La visión del deseo femenino según la pionera Delmira Agustini, la infancia como paraíso perdido y el mundo de los conjuros y horóscopos en la escritura de Olga Orozco, la metapoesía conceptual de Roberto Juarroz, el creacionismo de Vicente Huidobro. Este sería mi linaje hispanoamericano. Mi otro linaje es español, y a él alude Alfredo Pérez Alencart en su prólogo a mi libro cuando señala que mis poemas son "libérrimos en cuanto a la forma pero sin olvidar el fondo clásico". Me divierto convirtiendo al Segismundo prisionero de la torre calderoniana en una luciérnaga encerrada en un frasco de vidrio antes de suicidarse, adoptando conejos en lugar de golondrinas becquerianas, incorporando el lenguaje coprológico en poemas de clara inspiración gongorina. Estos giros me vienen de las intrépidas incursiones en la tradición que hicieran Rafael Alberti, Federico García Lorca, Blas de Otero o Luis García Montero (de este último me ha impactado la elegancia de sus reelaboraciones de las coplas manriqueñas y de las églogas garcilasianas). Los integrantes de la Generación del '27, de La Otra Sentimentalidad y, recientemente, los jóvenes escritores del movimiento Poesía ante la Incertidumbre son otros referentes. Pero hay más: Gonzalo Rojas, Leopoldo Marechal, Idea Vilariño, Ernesto Cardenal, Pacheco, Borges, Eielson, Girondo, Vallejo, Cernuda.

¿Qué está escribiendo ahora?

Estoy terminando un poemario más experimental donde incorporo recursos de la música y del teatro (ecos, parlamentos, didascalias, onomatopeyas, símbolos gráficos, estrellitas). Se titula Cuántos hombres se necesitan para escribir un poema. Contra lo que se podría suponer, no es un poemario de reivindicación de lo [Img #524906]femenino, aunque por supuesto juegue voluntariamente con esta primera lectura. El título nació de una anécdota: un día una persona con quien tuve una relación sentimental me dijo "espero haber significado en tu vida algo más que la inspiración para escribir un poema". Yo me quedé pensando en si esto era posible. Me acordé de un fragmento del cuento de Borges "La escritura de Dios", incluido en El Aleph, donde se dice que en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero, por eso "decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra". Creo que una relación sentimental nunca es un grado cero: deriva del momento particular y de la disposición espiritual de las personas involucradas al encontrarse, de las desilusiones sufridas, los duelos transitados, las expectativas previas, las necesidades mutuas, la idea del amor heredada de modelos recibidos. Cuántos hombres se necesitan para escribir un poema es un título que busca reflejar la complejidad de las relaciones afectivas, pues construimos nuevos lazos sobre ruinas del pasado, siempre. En 2016 saldrá, también por la editorial madrileña Verbum, una antología con la reedición de mis poemarios aparecidos en Buenos Aires (Las voces de las hojas, Poética ambulante y Los pliegos obtusos). Y, espero, mi novela Las manos en la madre, concluida hace mucho. La escritura creativa la alterno con la investigación, así que ahora estoy entusiasmada por haber recibido la última galerada de mi edición crítica de Polifemo, obra teatral hasta ahora inédita de Leopoldo Marechal, que saldrá en formato bilingüe por la editorial italiana Solfanelli.

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En Italia co-dirige una revista volcada a la literatura hispanoamericana. Nos gustaría conocer esta parte de su trabajo.

Con Giuseppe Gatti Riccardi, también doctor por Salamanca y profesor de la Università degli Studi Guglielmo Marconi, dirigimos desde hace dos años, la revista científica Cuadernos del Hipogrifo, en soporte electrónico (aunque, en un futuro, esperamos editarla también en papel). Se trata de una publicación de literatura hispanoamericana de enfoque comparatístico y periodicidad bianual que publica artículos científicos, reseñas, monográficos y trabajos de creación de hispanoamericanistas de cualquier latitud (excepción hecha para la sección Creación, que incluye poesía, narrativa, teatro o guión cinematográfico de autores hispanoamericanos contemporáneos con el objetivo de contribuir a su divulgación). Está dotada de un nutrido comité científico, que crece y se internacionaliza, consultable en http://www.revistaelhipogrifo.com/?page_id=73 El propósito de la revista es el de proveer una plataforma de difusión de la literatura en lengua española producida en América Latina, con particular atención a aquellas consideradas "literaturas menores" del continente ?por su acotada penetración editorial en los mercados internacionales o por su limitada inclusión en el canon literario mundial? aunque venimos publicando estudios sobre temas y autores de cualquier país hispanoamericano. En Cuadernos del Hipogrifo han aparecido inéditos de creación de autores como José Donoso, Marco Martos, Liliana Bellone, Rafael Courtoisie o Leonardo Rossiello, entre otros. Nos está dando satisfacciones y creo que nos dará muchas más, a medida que el proyecto crezca. El año próximo migrará desde el formato Wordpress al de OJS para poder avanzar en el proceso de indexación e inclusión en otras bases de datos internacionales.

Finalmente, díganos ¿por qué escribe poesía?

En realidad, no creo haberla elegido. Yo me preguntaría: ¿Por qué la poesía me escribe? ¿Qué se propone conmigo? ¿Hasta dónde quiere llegar? La verdad es que no recuerdo haberla buscado, conscientemente hablando, aunque por supuesto entiendo que haya nacido de una elección voluntaria. Para mí escribir poesía es un acto de supervivencia, instintivo como una necesidad. Me otorga una satisfacción sustitutiva y compensatoria de la falta (lo que Freud llamaría sublimación, uno de los mecanismos de defensa). Por supuesto, detrás de la página en blanco hay trabajo y tiempo invertidos, reflexión y ritos de escritura. Pero me cuesta razonar en términos de causas y consecuencias poéticas. La poesía es.

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Entrevista de Mauricio Cifuentes

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